13

157 21 3
                                    


¿Dónde estaba? ¿Cómo podía ser despiadado el tiempo? No, no era tiempo, era la vida, el tiempo solo era para cobardes que no sabían decidir en el momento exacto del tiempo estipulado. Eran formas simples de ver la vida en el punto del sicario.

¿Podía convertirse en una agonía? Si, ese había sido el resultado de una búsqueda implacable de cuatro meses, ¿Dónde estaba? Era la misma pregunta que se hacia desde aquella siniestra noche, ¿Dónde estaba su mujer?

Resultaba ilógico, el pequeño ratón parecía ser más rápido que el gato. Los planes que debían ser perfectos no lo fueron. Estaba todo hecho, el envenenamiento, su llegada en punto, ¿Dónde estaba la falla? ¿Dónde estaba la parte que estaba omitiendo? El dónde no salía de sus pensamientos, quería a Sheker y ese derecho no podían arrebatárselo sin el antes hacerlo.

Observó por decima vez las cámaras de seguridad, su mandíbula tensa mostraba cual furioso e impotente se sentía al tener sus manos vacías. Ver a Sheker vulnerable mientras mataban a su seguridad era un hecho imperdonable, solo una vez había visto a su mujer en aquel estado.

—No resuelves nada agonizándote con aquellas imágenes —alego una voz detrás de él, Azat volteo y observo a su amigo tomar asiento mientras fumaba.

—No es de tu puta incumbencia. —Respondió en tono seco, volteando para cerrar su computadora y volviéndose hacia Aslam.

—Cuando veo a mi fiel trabador vulnerable y exponiendo mi seguridad y la de mi hermana; si, es mi incumbencia. Debes aceptarlo, Sheker fue secuestrada y a este punto ya puedes saber las teorías, muerta o en un burdel.

—¿¡Que esperas que haga!? ¿Qué me quede de brazos cruzados y deje a mi mujer? —Azat soltó una risa sarcástica y observó con cinismo a su jefe—. Tengo un ultimo trabajo que realizar, pero también debes saber que no soy como tú, Aslam. Sheker es mi prioridad, no soy un cobarde que solo vio a su esposa asesinada y violada frente suyo.

Aslam tiro su cigarrillo hacia el cenicero y desfundo su arma, apuntando a Azat, mientras que se paraba y solo unos centímetros los separaba.

—¿Te crees valiente, Azat? ¿¡Te crees valiente de poder hablar de mi esposa!? —Bramo.

Azat no borro su sonrisa en todo momento.

—Valiente o no, se que tengo bien puestos mis pantalones para defender lo mío. Tu debes agradecerme que sigues vivo, ante puse la vida de mi hijo por tu miserable vida.

—Puedo matarte.

—Hazlo, no te impido apretar el gatillo.

Ambos amigos se observaron fijo, el momento tenso se vio interrumpido por la risa de Aslam, al momento que bajaba el arma y negaba.

—Eres un maldito cabron, deberían matarte. Sabes donde tocar para matar con palabras, Azat.

—Deberías conocerme a este punto—expreso serio, el sicario observo la expresión abatida de Aslam, mientras servía licor en uno de los vasos que adornaban el pequeño bar del estudio.

—¿Tienes algo? He escuchado que esta noche hay una puja de mujeres en Polonia, deberías ir.

—Lo hare.

Aslam lo apunto con el vaso y dijo—He enviado que preparen el jepp, deberías apresurarte, duerme, no es bueno que estes desvelado mucho tiempo, no me sirves ni a Sheker.

Azat asintió y salió del estudio rumbo a su habitación, a esa hora de la madrugada ningún sirviente estaba merodeando la mansión más que los guardias de turno, si suponía bien, llegaría a tiempo para la puja.

—¿Azat?

—Ahora no, Aiman—respondió, abriendo su valija y metiendo sus cosas esenciales.

—¿Por qué te empeñas en buscarla? De esta forma haz adelantando el trabajo, lo has terminado.

—No lo hice, ella no esta muerta.

—¿Cómo puedes estar seguro de eso? Ella estaba en el lugar equivocado... a este punto esta muerta.

No lo está, lo siento, pensaba el sicario, la posibilidad de que Sheker estuviera muerta eran nulas, no era opción, ella debía estar viva.

Cerro su maleta y volteo a observarla.

—¿Cómo puedes estar segura de tus palabras? No te metas en asuntos que no te incumben, Aiman.

—Eres mi esposo, ¿Lo recuerdas? Ya no puedes ir detrás de una mujer, estas casado, resígnate a que Sheker esta muerta y es lo mejor para todos, ¿Qué harás si ella esta viva y regresa? ¿Le dirás que mientras ella fue secuestrada tu te casabas con su ex mejor amiga?

Azat quedo en silencio, procesando sus palabras tan seguras, su ceño se frunció, como un león a punto de atacar a su presa, se acercó a ella y la tomo de su brazo.

—No juegues conmigo, Aiman. Si tuviste algo que ver en esto, no dudes que serás mujer muerta, nadie puede tocar a Sheker al menos que yo lo haga.

—No se de que hablas, Azat. ¿Cómo podría tener algo que ver en todo esto? La secuestraron en Argentina, no aquí. Suéltame.

—No juegues en terrenos peligrosos.

(....)

Los pasos seguros del sicario intimidaban quienes lo observaban, sabia los terrenos que pisaba y estaba preparado para apuntar y disparar si era necesario, su llegada a Polonia había sido noticias para los del bajo mundo.

—Señor Azat, es un placer tenerlo en nuestra puja—expreso el encargado, mientras lo guiaba hacia una sala oscura que lo separaba de un pequeño podio con solo una luz encima. —Esta será su sala, sabe como es esto, la pantalla digital esta a su lado, una vez ingresado la cifra, no podrá borrarlos.

—Bien—dijo en tono seco, tomando asiento y observando el podio a treves del espejo, el encargado al ver que no tenía más que hacer, salió de la pequeña sala dejando al sicario con sus hombres de confianza. A ese punto, Azat no sabia en quien debía y podía confiar, las posibilidades que su reciente esposa estuviera involucrada solo podía significar una cosa, Aslam también lo estaba.

Sean todos bienvenidos a la puja mas grande de Polonia, cada digito vale sin retractaciones, comenzaremos con la primera puja de la noche.

La voz robótica de una mujer fue el comienzo para dejar pasar a la primer joven cubierta por una capa, al estar sobre el podio, esta fue retirada dejándola solo en una brillante ropa interior. Azat apoyo su cabeza sobre dos de sus dedos, aquella joven y las que le siguieron no le interesaban, aquella noche solo se había convertido en una pérdida de tiempo, sus pensamientos lo inquietaban, sentía que fallaba en un punto que no estaba viendo, su rompecabezas tenia piezas sin resolver y era algo inquietante. Recordó que Aslam fue quien lo llamo, ¿Por qué no llamarlo a el? Estaba en el mismo lugar, no podía ser posible que el guardia no sobreviviera los minutos que gasto en salir del salón, pero si tenia los minutos de vida para marcar a Aslam.

Una mano sobre su hombro su despejó de sus pensamientos, el guardia apunto sobre el podio.

Sheker está aquí y no sola—hablo, la mirada de Azat se dirigió al podio sin poder creerlo, su corazón se había convertido como una bomba de tiempo, al verla sentía que volvía a latir con fuerzas, sus manos temblaban por querer tocarla. Allí frente al podio estaba su mujer, drogada y subastada, su mirada se dirigió hacia otro lado y efectivamente no estaba sola.

—¡Da la orden! —ordenó, estirando su mano y comenzado a escribir cifras altas a lo que los demás subastaban. Su vista no podía quitarse de ella, la adrenalina corría por sus venas al ver la mirada perdida de la mujer. 

DespiadadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora