CAPÍTULO XXIII: DOS.

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Camila no se sentía bien aquella tarde. El pensamiento de que sólo faltaban dos días para que todo terminase la estaba consumiendo. Además, se sentía inquieta e insegura por la aparición de Daniel mientras ella estuvo fuera. Se sentía mal por haber dejado a Lauren completamente sola, pero Camila tenía deberes y debía cumplir con ellos. Daniel no había vuelto a aparecer luego de conversar con Lauren, por otro lado; Lauren, estaba fuera de sí. Desde que Daniel se había marchado, Lauren se había comportado distante y algo insegura en cuanto tenía que tomar ciertas acciones. Camila suspiro, estaba preocupada.

 — ¿Qué te sucede, Laur? —preguntó dulcemente—. Esto tiene que ver con Daniel, ¿cierto? —Lauren no respondió—. ¿Qué hizo él para que te encuentres así? —la voz de Camila se quebró—. Lauren, nuestros días no serán eternos, ambas lo sabemos, ¿no? —Lauren asintió—. Nos prometimos ser felices durante los próximos días, Laur. Tú no estarás aquí en dos días y... yo quería aprovechar junto a ti nuestros últimos días, pero hoy estás... rara —dijo—. Mi mente no para de pensar en qué todo es por Daniel. ¿Qué hizo para que te encuentres así?

 —Él no hizo nada —mintió descaradamente—. Él sólo venía a visitarte y tú estabas en la universidad. Luego el converso conmigo, pero no tiene nada que ver con nosotras —Lauren tragó saliva con dificultad—. ¿Te importa sí invitó a Tobías? Necesito conversar con él.

Camila asintió ligeramente y se levantó del sofá. Cuando estuvo frente a la puerta del departamento tomó una gran cantidad de aire, le dio una mirada decepcionada a Lauren y dijo: —Estaré por allí. Ustedes solo conversen tranquilamente.

Lauren asintió sin mirarla. Cuando escucho la puerta cerrarse, inmediatamente tomó su móvil y marco el número de Tobías. Necesitaba a un amigo, necesitaba a su mejor amigo.

 — ¿Hola?

 — ¿Tobí?

 —Laur, hey, estás llorando, ¿qué te pasa?

 —Necesito a mi mejor amigo, necesito qué estés conmigo... ¿recuerdas a Camila? ¿recuerdas su dirección?

 —Sí, claro, ¿por qué?

 — ¿Puedes venir ahora?

 —Sí, sí, claro, está bien... ¿Laur?

 — ¿Sí?

 —Te quiero, llego en diez.

Y colgó.

Luego de eso, Lauren se acostó sobre el sofá. Se suponía que Daniel era el mejor amigo de Camila, ¿no? Pero él no lo veía de esa manera. Hoy había sido un día terrible para Lauren. Su mente no dejaba de pensar en la inseguridad de Camila al hablar, en su mirada triste, en la manera en que intentó resolver todo. Se sentía decepcionada. Mentirle descaradamente a la chica que quería se sentía horrible. Se suponía que todos los momentos que vendrían serían felices, ¿no? Se suponía que, ambas, luego de su primer momento feliz los siguientes momentos vendrían a ellas con facilidad, ¿no era así? Lauren río con ironía. Su vida no era ni lo más cercano a un cuento de hadas. ¿Cómo pudo pensar eso? Está era la realidad y ella no podía hacer nada.

El timbre sonó. Lauren saltó del sofá e inmediatamente corrió hasta la puerta principal. Una ligera sonrisa se cruzó en sus labios en cuento vio los enormes orbes azules observarla con vacilación. Era obvio, siempre lo fue. Tobías estaba inseguro. Lauren envolvió sus brazos alrededor del chico.

 —Pensé que no te volvería a ver —dijo Tobías con inseguridad—. Te he extrañado tanto.

 —Yo también —dijo Lauren—. ¿Puedes entrar?

Tobías asintió.

Ambos entraron al departamento. Los orbes verdes de Lauren se posaron en los de Tobías. Él estaba esperando que ella dijera algo. Lauren suspiró.

 —Tobí, estoy teniendo problemas —dijo—. El principal es con mis últimos días en este lugar —suspiró—. Pensé que la idea de marcharme sería emocionante y debo admitir que fue agradable, pero todo cambio. Tobías, yo pensaba que al tomar mi decisión de marcharme no tendría ningún problema, pero claramente no es así. Me marcharé en dos días a Miami, y fue una decisión que tomé, pero justo ahora no sé qué diablos hacer.

Tobías se acercó a Lauren.

 —En primer lugar, no deberías mostrarte fuerte frente a mí, Lauren. He visto tú lado más débil, así que en un momento como esté no debes mostrarte fuerte. Llora si quieres hacerlo, eres libre de hacerlo —dijo él—. Y en segundo lugar, estás divagando. Necesito que seas clara.

 —Lauren comenzó a llorar—. No quiero dejar a Camila. No sé cómo me encariñe a ella. Pensé que al ser una fumadora sólo jugaría o sería algo pasajero, pero no es así. Ayer, hablé con ella, ¿sabes? Le dije que la aceptaba, la aceptaba siendo una fumadora, la aceptaba siendo ella misma. Eso no estaba planeado —dijo—. Lo peor de todo es Daniel.

 —Lauren...

 —Silencio —ordenó—. Camila sigue pensando que él es su mejor amigo, pero él no la ve de esa manera. ¡Él quiere a Camila!

 —Pero Camila te quiere a ti —respondió inmediatamente—. Lauren, no hagas una estupidez. Imagino que él te lo dijo y luego tú trataste mal a Camila por inseguridad o miedo. Tú cabeza debió de imaginar los peores escenarios. Debes imaginar a Camila sufriendo una vez que te marches y la dejes en el olvido, debes imaginar que Daniel intentara reconfortarla y luego ambos serán pareja. ¡Deja de imaginar bobadas! —la regaño—. ¡Deja de ser inmadura por un momento! ¡Tú te marcharás de este lugar en dos días y Camila estará devastada! ¡Deja de ser egoísta! ¡En algún momento Camila tendrá que rehacer su vida con o sin ti! ¡Y sí tú quieres formar parte de su vida entonces sienta cabeza y quédate en este maldito lugar!

Lauren se estremeció. Las lágrimas invadían su rostro y su respiración comenzaba a fallar. Tobías no dudo en abrazarla.

 —Eres una idiota —dijo—. A veces eres tan idiota. Sólo intenta pensar las cosas.

Lauren abrazo a Tobías con fuerza. Necesitaba apoyarse de él, si no terminaría por derrumbarse.

 —Lo intentaré —susurro—. Gracias.

Tobías besó la cabeza de Lauren.

 —No es nada.

La puerta principal se abrió. Tobías no dejo de abrazar a Lauren a pesar de escuchar el ruido y Lauren no dejo de abrazar a Tobías porque no había escuchado el ruido.

 — ¡No puedo creer lo que haces mientras Camila no está en su departamento! —gritó.

Lauren reconoció inmediatamente al dueño de la voz. Era Daniel. Este día no podría empeorar mucho más, pensó. Pero Lauren no tenía razón. Ese día sí podía llegar a ser mucho peor, también podía dar un drástico y horrible cambio.

Tanto ese día como su vida.

Cigars and tattoos ➳ camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora