Capítulo 46

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Entonces Jimin alzó la cabeza.  Con los dedos recorrió de nuevo el tenso glande con evidente fascinación, y luego bajó la cabeza.

Todos los músculos del Alfa se pusieron rígidos,  al primer contacto de aquellos labios.  Jimin besó y lamió con suavidad y luego con creciente avidez, como si le gustará el sabor.  Luego empezó a investigar con la lengua y él creyó morir.  Con el pecho adolorido, Jungkook jadeó... 

Sin más preámbulo,  Jimin se lo introdujo en la boca y cerró la húmeda y dulce cavidad, primero sólo un poco y después, con deliberación, más a fondo.  Por un instante, Jungkook perdió contacto con el mundo y flotó en un paraíso de lujuria desatada, mientras la lengua de Jimin se retorcía y jugueteaba con su miembro.  El Alfa se recostó de nuevo, aflojando los músculos que ni siquiera tenía conciencia de haber tensado. Tenía la respiración jadeante y Jimin no había hecho más que empezar. Lo sabía con una certeza que le producía vértigo. Con las manos hundidas en su pelo, acariciaba o incrementaba la tensión, reaccionando al ritmo que imprimía el Omega, apretando, succionando, besando o reiniciando el ciclo de nuevo.

Aferrado a los límites de la cordura,  Jungkook lo guiaba poco a poco. El momento era demasiado precioso e intenso para interrumpirlo, pero se estaba agotando.  Se incorporó apenas y lo agarró por las caderas.

- Basta- apenas reconoció como suyo aquel gruñido.

Jimin lo soltó y levantó la cabeza.  La separación de su húmedo calor le resultó casi dolorosa a Jungkook. Jimin deslizó las manos por su pecho y presionó para obligarlo a tenderse.  Sin embargo, él lo tomó entre sus brazos y aupándolo hasta su pecho,  giró y lo dejó debajo del suyo.

Con una mano apoyada en su hombro, Jimin  lo miró con sus ojos pardos grandes y brillantes.  El Alfa captó el peso de una instintiva sabiduría de una necesidad primaria, su lobo estaba presente.

- Aún no he terminado- murmuró el Omega con un ronroneo y se humedeció los labios.

La conciencia de qué Jimin obraba de modo instintivo no le puso las cosas fáciles.

- No- admitió Jungkook- pero ahora me toca a mí.

Inclinó su cabeza para besarlo y el Omega le entregó sin reticencia la boca.  Rodeándole el cuello con los brazos, Jimin se recostó sobre las almohadas y aflojó el cuerpo bajo el suyo.

Era el turno del Alfa para adorarlo , visitar el placer en su caliente carne, rastrear, lamer y succionar hasta hacerlo retorcerse. Cuando tuvo su pecho, con sus tetillas turgentes y doloridas, fue descendiendo sobre su piel sobre sus costillas y la cintura el ombligo y luego más abajo por el vibrante vientre hasta detenerse cerca de su entrepierna.

Ya en el primer delicado tanteo de la lengua, Jimin le hincó los dedos en los hombros. Jungkook apartó las manos de las caderas para abarcar las nalgas, que sobó un momento antes de descender hasta la cara posterior de los muslos.  Con suavidad empujó para abrirle las piernas.  Tras un instante de vacilación, con una exclamación qué más pareció un gemido, Jimin las separó.  Aferrándose de nuevo a sus caderas, el Alfa bajó la cabeza y se puso a lamer su miembro, Jimin crispó los dedos en su pelo.

Era un Omega delicioso, ávido de pasión, anhelante en su deseo de ser suyo.  Completamente suyo.  Sin dejar un centímetro de resbaladiza piel por explorar saboreó hasta el último pliegue de su miembro. Su  esencia lo penetró hasta las hasta la médula de sus sentidos.  Lo fue envolviendo más y más,  induciéndolo a experimentar para ampliar los horizontes, insertándolo sin piedad en un torbellino de sensualidad para justo en el último instante hacerlo sentir que caía por un precipicio.

El Alfa actuaba movido por una urgencia visceral, su lobo también presente. Jimin había acudido a él, le había ofrecido todo cuánto era, sabiendo cuáles serían sus demandas.  No solo físicas sino del alma. Con sus acciones había manifestado que quería sumergirse de pleno en su nueva vida y compartirla con él.  Aquello era tan propio de Jimin,  un reflejo tan claro de sus maneras directas que el tanto valoraba. Él estaba más que dispuesto a enseñarle a volar y expandirse y ser su red de contención.  Al menos en ese terreno. 

 Educando un Omega Donde viven las historias. Descúbrelo ahora