Capítulo 6

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Dejar de actuar y comenzar a sentir

Ka'all

Volver al castillo, o a lo que queda de él es duro, los recuerdos sobre Laayla y su familia me invaden. Al estar aquí siento que perdí la batalla, y mi razón de vivir. Proteger. Resguardar. Nunca me sentí tan indefenso e impotente.

—Viejo, ¿por dónde debemos ir? —Con esa pregunta salgo del nudo de pensamientos lamentables. Tengo que concentrarme en encontrarla y dejar de quejarme por la situación, con pensar en que no está no voy a solucionar nada.

—Te indico, querido amigo. —le responde el wave. ¿Desde cuándo son «amigos»?

Juntos, y con la capacidad olfativa de Even, llegamos a las ruinas de la habitación de Laayla, por suerte, aun la estructura está en pie.

Entramos, parece como si su huésped se fue hace tiempo, y no como que allá afuera hubiese ocurrido una guerra pocas semanas atrás. Todavía se puede percibir el alma de la princesa aquí.

El wave comienza a toser, y respira agitado, casi con lágrimas en los ojos.

—¿Tra-trajiste agua?

—¿Crees que soy una niñera?

—Toma, viejo —responde Fink tendiéndole una botella del líquido.

—¿Por qué estás en mi contra?

—No estoy en contra de nadie, Even. Solo que la situación me supera.

Y admitirlo de alguna manera se siente bien, aunque no mejora las circunstancias.

—Está bien, te entiendo. También me siento perdido sin la princesa. Tenemos que encontrarla.

Inesperadamente, el wave está en lo correcto. También experimento esa sensación de no tener una razón sin Laayla, más allá de la culpa y la responsabilidad de cuidarla, ella era mi norte, quien me mantenía cuerdo.

Malditos moukrist.

Nos metemos al closet, y encontramos el pequeño botón que al presionarlo hace clic, y se abre la caja para introducir el código.

—Apártense, chicos —advierte Even, y pongo los ojos en blanco. Fink me mira con la misma expresión de fastidio.

Unos pitidos después, escuchamos como rueda la puerta del cuarto secreto, la mitad inferior de la pared de fondo del closet.

Hecho —dice el wave y pasa sin complicaciones, Fink me indica con la cabeza que entre.

—Si encontramos lo que buscamos, necesito que estés atento.

—Entendido.

Me introduzco, y en efecto, es su cuarto secreto. Ella está en todo, en cada cosa.

—Ya para de fantasear con la princesa. Encontremos las joyas y salgamos —dice Even, no respondo pues, debo dejar de imaginar escenario que no vienen al caso con Laayla de protagonista.

—Ay, mi princesa. ¿Dónde estarás? —Se me hacía extraño que no hiciera drama. Me acaba de decir que deje de fantasear y el melodrama más grande lo hace él—, tengo que encontrarte, voy a morir a este paso, si sigo con el troglodita y su amigo —habla a la nada, en llanto, tirado en el piso, a la vez que abraza un peluche de Laayla.

—¿Puedes parar con el drama? —Es insoportable.

—Es cierto, ¡ya basta de compadecerme de mí mismo! —Se levanta, quita las lágrimas y el polvo de su ropa, respira hondo, y sonríe. Este wave es todo un personaje.

Laayla, más allá de las estrellasWhere stories live. Discover now