Capítulo 8

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Admitirlo es lo más difícil

Ka'all

Después de unos minutos de debate entre Jako y Even, que parecía más bien una pelea de señoras entre quién era mejor que quién, o quién vivía mejor que el otro, Even por fin consiguió que nos cambiara una nave por unas cuantas piezas con tilinita como dijo Fink, y que según Jako, por ser de la princesa puede negociarlo por un precio más alto.

Todo es conveniencia en esta vida, y en la otra. Lo único bueno es que por fin tenemos una nave, ahora debemos idear el plan e incluir la petición del traficante.

—Después de todo lo conseguimos, ya puedo respirar con normalidad —comenta Fink al salir de la cueva de Jako.

—Sí, solo hay un inconveniente. Nos prestará la nave, pero también debemos transportarlo a Krampus —dice Even con desdén—, eso no era parte del plan.

—¿Y cuál era tu plan?

—Cualquiera, menos cargar con este ser sin razón.

Mira quién habla de seres locos, pienso.

—Aun así, es mejor que nada, y antes de volver por la nave, hay que pensar en un plan. Tenemos la leve sospecha de donde podemos encontrar a la princesa, pero no estamos seguros. La última vez que me comuniqué con los bowsragianos me dijeron que podrían ayudarme, solo si iba a su planeta. No querían comprometer su estado diplomático por decirme más del posible paradero de la princesa. —«En ese momento el panorama no era nada favorable, ahora apenas comienza a cambiar, y no sé cómo sentirme al respecto».

—¿Estás diciendo que los que están gobernando en este momento se podrían poner en contra de Bowsrag por ayudarte? —pregunta Fink analizando la respuesta a la vez que enciendo el motor del auto, y nos subimos.

—En parábolas, es eso. Y lo entiendo, los bowsrag no tienen confianza en ellos, mas no hay otra opción más que seguir siendo aliados por los materiales que comercian con nuestro planeta.

—Estos perversos líderes, ¿qué se creen? Si pudiera tenerlos en frente les arrancaría cada cabello de sus cejas. Malditos seres sin corazón. —replica Even con la cara roja.

—¿Y tú no deberías dejar de decir tantas maldiciones? No te recuerdo así con Laayla.

—Con mi princesa no había razones para maldecir, todo era paz, felicidad y caricias, además de que ella no me hubiese dejado. Era estricta en ese aspecto —dice afirmando con la cabeza.

—Esto debí grabarlo, no quiero que me culpe de mal educar a su mascota.

—¡No soy su mascota! Eres insoportable, Ka'all. —El bichito en cuestión se exaspera, y se dirige en silencio a la parte trasera del vehículo.

—El sentimiento es mutuo, Even —comento con una sonrisa en mis labios, luego de una carcajada por parte de Fink, el auto queda en silencio hasta que llegamos al remolque, al que de ahora en más llamaré hogar.

—Viejo, hubiésemos ido a mi casa. Esto apesta.

—Solo ves el exterior, Fink. No me puedo permitir grandes cosas en este momento, pero el interior está mucho mejor —le aseguro al salir del auto.

Lo sigue de cerca del wave que parece resentido todavía.

—Estaba esperando que dijera algo Even. Tuve que hacerlo yo. —se encoje de hombros, mas, el wave no dice nada, ni quiera hace una mueca.

—Vamos adentro a formular el plan y acabar con esto de una buena vez —es lo más sensato que ha dicho Even en mucho tiempo, sin embargo, este no es él.

Laayla, más allá de las estrellasWhere stories live. Discover now