Accidente #32: Aquella que trae el invierno

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Las ilusiones no eran algo nuevo en la vida de Ryoko, pues entre sus contratos para acabar con la vida de algún "cerdo", siempre se contrataban elementos para burlar a la muerte misma, en su mayoría siendo ilusionistas con los cuales despistar a la asesina. Esto solo le hizo recordar a Ryoko que un estímulo doloroso sería todo para conseguir librarse de aquella ilusión que alteraba su sistema nervioso por completo. La chica ahora podía ver una daga con forma de flecha sin vara de madera clavada en el lateral de su hombro, justo en el músculo deltoides. Algo que le hizo arrugar su ceño por el dolor mientras se retiraba aquella daga y en su ambiente empezaba a ser audible una risa cuyo dueño ya se podía imaginar.



ReaCCIoNeS IMprEsioNantES... PerO tIeNes Una TerrIBLe ConTRa...— ante su tono burlón el payaso solo alzó su hoz y apuntó a su contrincante —Te EnfrENtAS a MI



Con sus últimas palabras, el payaso se desvaneció y fue así como el ambiente pareció tornarse opaco no solo para la vista de la asesina; sino de la misma forma para sus espectadores, una penumbra perpetua que solo hacía denotar la penumbra del ambiente en uno más tenebroso que incluso la temperatura del ambiente parecía ser llevada a un extremo helado.

Y justo enfrente de esa penumbra, el propio Wrath apretó los dientes con irritación al ver el ambiente, reconociendo de primera mano cómo el combate estaba tornándose cada vez más imposible de ganar para su alumna. Llevándose a la cabeza el ambiente que reconocía estar alterado por aquel payaso, engrandeciendo el detalle que la propia ilusión del payaso ahora podía influir en su cuerpo casi como si se tratará de algo real, un factor que le hizo pasar saliva mientras veía como su alumna estaba en medio de aquella intensa bruma negra.

Mientras que aquella bruma se tornaba en una niebla, la albina que estaba en medio solo podía ver como su vista se alteraba una vez más, así como su piel empezaba a emitirle señales de estar siendo mojada por una suave brisa, algo que, al percatarse, notó como su piel también era plagada por gotas muy diminutas de agua. Detalles minúsculos que con una ligera sutileza le hicieron tener un escalofrío más intenso que todos los que ha tenido en su vida. Las ilusiones finalmente habían estado haciéndole efecto.

Fue así como, al estar inmersa en su análisis al entorno, olvido el detalle más crucial en su combate, mirar a su oponente. Siendo así que la chica en cuestión pudo discernir por el rabillo del ojo derecho, como una figura se formaba en el aire a partir de mera arenilla de color negro. Algo que pudo reconocer al momento como una cuchilla de gran tamaño que se mantuvo suspendida en el aire; sin embargo, eso no hizo alterar a la asesina ni un poco, y mucho menos cuando dicha cuchilla multiplico su número en una docena que empezó a rodear a la chica. El momento de inflexión ahí fue cuando de entre todas sus sensaciones, aquellas que marcaron su piel fueron provenientes de su premonición, un alocado flujo de cortes y punzadas que lograron retorcer el ceño de la chica mientras apretaba con fuerza sus dientes. Reconociendo una o dos cosas de lo que sucedía en dicho momento, aquellas cuchillas no eran simples ilusiones.

En un repentino cambio de tornas, las cuchillas negras se precipitaron sobre la chica, haciendo que ella en orden con sus premoniciones, realizó un espléndido y elegante despliegue de esquives a gran velocidad como si fuese la única bailarina de un recital. Su gracia al esquivar no era común, y mucho menos con el gran número de heridas en su cuerpo. Giros, piruetas, desplantes, todo siempre con una gran destreza al extender y flexionar las partes necesarias para resultar ilesa, siempre recuperando el ritmo. Aunque su gracia era la más impecable y precisa incluso a ojos de su maestro, no era del todo libre de consecuencias, las cortadas y daños que ya había sufrido antes dejaban denotar como su sangre caía cada vez peor, sin mencionar que sus esquives no eran completamente buenos entre más y más cuchillas eran generadas a partir de aquella arena negra en la que se convertían al tocar el suelo. Pero eso en vez de reducir las posibilidades de derrota de la chica, esto solo hacía lo opuesto, pues ante la vista entrenada de Wrath, él fue el único en discernir lo que estaba ocurriendo. El ritmo, la velocidad, la agilidad y la coordinación de Ryoko estaban en una constante evolución, dando la impresión de que, con cada herida y gota de sangre derramada, Ryoko estaba alcanzando nuevos horizontes.

El maestro del rey del mundo (En edición)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ