Capítulo 36.

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Capítulo 36

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Capítulo 36.

—Andy, ¿qué harás? —le pregunté, nerviosa y excitada.

Aprovechó su posición para elevar mi cuerpo contra el acojinado respaldar de la butaca, causando que esta se inclinara para brindarle el mejor acceso de mi sexo.

—Estabas quejándote y llorando por mi supuesto rechazo. Entonces, ahora haré que te quejes y llores, pero de placer —lentamente, rozó el hinchado glande de su pene sobre los pliegues de mi vagina, torturándome con la fricción de nuestros sexos y causando que yo me humedeciera más de lo que ya había estado.

Me relamí los labios al observar cómo se entregaba en el acto. Sus ojos verdes eran la perdición de los míos cuando me miró fijamente mientras continuaba rozando contra mi vagina su dotado miembro una y otra vez. Podía jurar que si continuaba haciéndolo, me haría llegar al clímax. Sin embargo, cuando presioné los párpados por el exquisito placer, detuvo su acción antes de que yo pudiese liberarme sin ninguna vergüenza.

—¿Quieres que lo meta? —agarró mi cuello desde su dominante posición.

Uf, sí, sí —le respondí con la respiración entrecortada.

—¿Qué dijiste? —presionó mi cuello con más fuerza, mirándome de manera desafiante.

—Sí, papi —gimoteé al borde de la desesperación.

—Así me gusta —introdujo su pene en mi vagina y metió en mi boca su dedo índice y corazón para que los chupara mientras me penetraba una y otra vez contra el respaldar de la butaca, haciéndome gritar por la fricción de su grosor.

Mmm, ¡sí! —gemí con sus dedos en mi boca.

—¿Esto te gusta? —sus penetraciones comenzaban a ser más rápidas mientras jadeaba como un animal salvaje ante mis ojos—. ¿Quieres que te dé más duro? —sus ojos eran chispas destellantes y el sudor se había apoderado de los mechones que se asomaban sobre su frente y una de sus cejas.

—¡Más! ¡Más! ¡Más! —gruñí cuando sacó sus dedos de mi boca y agarró mi cuello con fuerza, ahorcándome y haciendo que mi cuerpo estallara en un delicioso orgasmo que me mareó en el momento.

Sin embargo, a pesar de lo que había experimentado, no pude evitar admirarlo desde la posición vulnerable en la que me encontraba disfrutando de como su miembro entraba y salía de mi vagina. Era lo más sensual que mis ojos veían en el erótico y exquisito acto.

—Ven acá —tiró de mis piernas cuando sacó su miembro de mi vagina para cargarme hasta la cama, donde me acostó bruscamente para ejercer presión de mi cuerpo con el suyo—. Tengo algo para ti y quiero que me obedezcas al momento de recibir placer —expresó de forma engreída y desafiante—. ¿Estamos?

MCP | La Cura ©️ (¡Completa!) ✓Where stories live. Discover now