Capítulo 4.

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Capítulo 4

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Capítulo 4.

No quería terminar la llamada que Adrián me había hecho, pero ya no soportaba ver a mi mamá desmayada sobre el suelo. No podía dejarla tirada para esperar que la ambulancia llegara. No iba a pretender que fuese una paciente más cuando claramente era la mujer que me había dado la vida.

—Señorita Doménech, es mejor no estar cerca de ella —me dijo Arnold, pero la sangre pesaba más que el agua.

—Es mi mamá —le recalqué—. No puedo dejarla así como si nada —me acerqué a ella, me arrodillé a su lado y examiné su pulso.

Era consciente de que me estaba arriesgando demasiado, pero necesitaba saber que su pulso era estable. Sin embargo, cuando verifiqué sus signos vitales, me di cuenta de que no parecía enferma. Ni siquiera tenía fiebre. Achiqué los ojos cuando me percaté de que su desmayo no era debido al virus.

—Mierda —me quejé por lo bajo cuando caí en la cuenta de que, probablemente, su desmayo se debió al estrés emocional.

Cuando Arnold me preguntó qué sucedía, le expliqué lo que posiblemente le había sucedido a mi madre. Aunque él parecía temeroso, no dudó en cerrar la puerta a nuestras espaldas para ayudarme a colocar a mi mamá sobre la cama. Me urgía que nos marcháramos, pero tendríamos que tomarnos unos minutos mientras ella se recuperaba y despertaba.

🔹

Los minutos se me habían hecho eternos. Caminaba de un lado a otro, esperando que mi mamá despertara. Arnold hablaba por teléfono muy concentrado, aunque parecía más calmado que yo. Suponía que hablaba con mi padre o con el doctor Andrés Wayne. No estaba muy segura, pero sí intuía que le decían estrictas órdenes e indicaciones.

—¿Aly? —la voz soñolienta de mi madre inundó el silencio de la habitación.

—Mamá, ¿estás bien? —rápidamente, me acerqué a ella y toqué su frente, comprobando una vez más que su temperatura corporal estaba normal, a pesar del frío que hacía en París—. Me has dado un susto horrible. ¿Cómo te sientes?

—Creo que bien —parpadeó repetidas veces, acariciando sus sienes e intentando caer en tiempo—. ¿Tú qué haces aquí? ¿Qué sucedió? ¿Qué me pasó?

—Vine hasta aquí para buscarte y ponerte a salvo. En cuanto localicé el hotel donde estabas y encontré la habitación donde te alojabas, me asusté al ver que estabas desmayada. Por un momento pensé lo peor —le dije al sentarla poco a poco—. Lo que has hecho ha sido una locura, mamá.

—Lo sé, hija, lo sé —frotó su cabeza—. Pero también me preocupé cuando me enteré de que tu padre estaba aquí, trabajando para la investigación de ese virus. Al principio creí que sus mentiras eran por una infidelidad, pero no fue así —suspiró profundamente—. Tu papá no es de mentir y fue por eso que comencé a preocuparme más de lo debido. Luego de saber lo que realmente sucedía, solo quería estar a su lado, porque uno nunca sabe lo que pueda suceder.

MCP | La Cura ©️ (¡Completa!) ✓Where stories live. Discover now