Capítulo 13.

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Capítulo 13

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Capítulo 13.

Cuando salí del baño, dejé a Adrián a solas tal y como me lo pidió. Aunque me dolía su distante comportamiento tan repentino, lo entendía perfectamente y debía respetar su espacio. Sí, lo había dejado y tal vez no actué de la mejor manera en cuanto a esa decisión, pero tampoco lo hice con malas intenciones. Nunca quise hacerlo sufrir, más sí quería proteger todo el esfuerzo que él había logrado en el hospital.

En cuanto terminé de secarme, me coloqué un tanga y una bata de seda blanca. Me sentía sumamente cómoda después de haber estado todo el tiempo con el traje de protección. Imaginaba que Adrián se sentiría igual en cuanto se pusiera algo más cómodo para permanecer en la habitación, porque, aunque habíamos logrado conseguir que la cura fuese oficial a nivel mundial, la cuarentena en cada parte del mundo continuaría hasta que el virus se erradicara.

Caminé hacia la puerta cuando escuché que el servicio de la habitación la había tocado. La comida había llegado y entonces sentí como mis tripas protestaban. Luego de todos los acontecimientos que había vivido últimamente, me había olvidado por completo de alimentarme. Sin embargo, en cuanto preparé una mesa que había en el cuarto, coloqué los platos junto a las cucharas y tenedores y las copas de vino. Había quiché de verduras con tocino y queso, buñuelos franceses rellenos, agua a temperatura ambiente y otros aperitivos que Adrián se había molestado en pedir.

—Perdón que no te haya esperado —le dije a Adrián con la boca llena cuando se acercó con una toalla sobre sus hombros.

Se había puesto un pantalón negro holgado y su torso estaba al descubierto. Su húmedo cabello estaba alborotado y algunos mechones se asomaban sobre su frente. Se veía realmente sensual, como siempre.

—No te preocupes por mí —me dijo cuando tomó asiento delante de mí y también comenzó a comer—. Si pedí todo esto fue para que tú te alimentaras.

—Bueno, tú también debes alimentarte. Supongo que no has comido nada desde... —tragué saliva, mientras que él detuvo su acción de comer, mirándome fijamente.

—Desde que me dejaste, sí —espetó por lo bajo y se dispuso a comer en silencio.

Presioné los labios y una vez más me sentí impotente ante su frialdad. Asimilando el hecho de que no podía hacer nada por el momento, también me dispuse a comer en silencio hasta que realmente nos sentimos abastecidos.

—¿Te sientes llena? —me preguntó cuando limpió sus sensuales labios con una servilleta, mirándome fijamente a los ojos con una severa seriedad.

—Eso creo —tragué saliva, porque me sentía intimidada.

—Bien —se levantó del asiento y me dejó a solas para hacer un par de llamadas al hospital, ya que necesitaba saber cómo seguían las cosas en nuestra área de trabajo.

MCP | La Cura ©️ (¡Completa!) ✓Where stories live. Discover now