Capítulo 28👑

929 92 12
                                    

 Eber

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

 Eber

—¿Podrías dejar de caminar así que me estas poniendo nervioso? —cuestionó Cavan.

No, no podía

Estaba enojado, en concreto, con el rey Brais, por atreverse a amenazarme, y con Samira por ceder ante sus manipulaciones, podíamos habernos ido ya de este lugar pero, seguíamos metidos en ese castillo.

Caminé en círculos bajo la atenta mirada de mis amigos, de seguro quedaría un notorio camino de hierbas aplastadas en el sitio que había escogido para desquitar mi ira. Cavan y Wild estaban sentados a un lado, en un banco de piedras rodeado de flores del jardín. A ellos no parecía afectarles la idea de quedarse, a mí por otro lado, eso me lanzaba alarmas de preocupación, debíamos ser precavidos si queríamos continuar ahí.

—Vele el lado positivo. Tendremos más tiempo para buscarlo —miré de inmediato a Cavan, aquello no estaba dentro de mis planes ahora.

—Si no fuera porque Samira se negó, ahora no estaríamos aquí —bufé. En realidad, era mi culpa por aceptar.

—Una guerra no es lo mejor que nos pueda pasar ahora —agregó Wild. También tenía razón pero, me negaba a quedarme mucho tiempo.

—Es verdad, pero igual no deberíamos estar aquí —solté, ellos también debían de pensar lo mismo solo que no les afectaba tanto.

—Es increíble, ¿verdad? —dijo la amiga de Samira, Leila, mientras se sentaba a mi lado, no di vuelta mi mirada, sabía que era ella, su voz lo confirmaba

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—Es increíble, ¿verdad? —dijo la amiga de Samira, Leila, mientras se sentaba a mi lado, no di vuelta mi mirada, sabía que era ella, su voz lo confirmaba.

Cavan y Wild hacía rato que se habían ido, querían que fuéramos a comer algo a lo cual me negué, prefería quedarme en el jardín y aclarar mis ideas.

Había pasado un rato en pleno silencio, con el cantar de los pájaros como consuelo, hasta que la joven se apareció.

—¿El qué? —cuestioné sin entender.

—Ella —dijo sin más. No entendía el sentido de su comentario.

— Lo es— agregué sonriendo. —¿En dónde está? —No la había visto desde lo sucedido hacía unas horas.

Cristales Rotos Where stories live. Discover now