Capítulo 18👑

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Cuatro días, solo cuatro días faltaban para irnos, los nervios me tomaron desprevenida

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Cuatro días, solo cuatro días faltaban para irnos, los nervios me tomaron desprevenida.

No había considerado la rapidez que el tiempo tenía para llevar a cabo sus revuelos.

Tendríamos una oportunidad.

No podíamos fallar, no era opción.

Había esperado tanto que llegara ese día, quería vengarme, estaba lista para hacerlo, aunque los nervios me comían la cabeza.

Necesitaba la cabeza de ellos dos, aunque fuera lo último que quisiera.

Mi alma descansaría en paz luego de lograrlo.

Había olvidado a la chica asesinada por mis manos. Supongo que todo aquello que incluya las palabras "asesinato" y "Ardclik" son fáciles de borrar de mi mente.

Aquel reino era el detonante que quitaba toda la cordura y empatía de mi ser.

—¿Qué hacemos hoy, su majestad?— cuestioné, alegando con diversión el título.

Estábamos sentados en la misma mesa de siempre, desayunando, ya eran altas horas de la mañana.

Aunque, personalmente, había aprovechado para dormir de más.

Me lo merecía o, tal vez, no tanto pero, igual era necesario.

—Dime tú, ¿qué quieres hacer? —me miró esperando una respuesta.

¿Qué quería hacer? Ni la más mínima idea tenía.

—¿Matamos a alguien? —sonreí con inocencia.

Estaba tan emocionada que hasta los intentos de bromas salían al natural.

—No digas cosas de las que puedes arrepentirte —añadió imitando mi diversión.

—¿Por qué? —cuestioné.

—Porque tal vez esté de buen humor como para mandar a alguien a la guillotina con tal de complacerte —inquirió con malicia.

Negué divertida.

—Vaya, vaya —comenté— resultaste ser como mencionaban en Ardclik.

—¿Me repites lo que dicen en Ardclik sobre mí? —inquirió, soltando el tenedor y dando por finalizado su desayuno.

—Decían que eras el rey más despiadado de todos los reyes actuales —rió— ¿Qué?—no entendía el porqué de su risa.

—Me alegan—confesó, sonreí.

—Solo tú puedes decir eso — Tomé una de las copas con jugo y la probé, sabía a jugo de naranja, eso y su color lo corroboraba.

—Deberías decir lo mismo —fruncí el ceño, dejando a un lado el líquido.

—¿Por qué? —no comprendía su ¿indirecta?.

—Deberías escuchar las cosas que dicen de ti. Si antes te tenían miedo por haber asesinado al rey de Ardclik, ahora te temen aún más por estar a mi lado —Sonrió abiertamente.

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