𝐌𝐢𝐫𝐫𝐨𝐫𝐛𝐚𝐥𝐥; Steve Harrington ❥︎ Stranger Things

|S2| CHAPTER FIVE

『DIG DUG』

Tessa decidió dejar de lado la ardua búsqueda de Mews para arreglarse. Tenía que ir al Palace Arcade, y no podía llegar tarde por segundo día consecutivo. Ya llevaba puesto el uniforme; que constaba de una remera celeste con el logotipo, y en la parte inferior, para que no fuera tan ordinario, Tessa optaba por llevar una falda alta de jean con medias a la piel de color rosadas (que hacían juego con los colores cálidos del logo). Con el spray fijador de cabello en una de sus manos, estaba a punto de peinarse, cuando Claudia carraspeó.

— ¿Qué...? —se confundió al verla con las gafas de sol puestas y las llaves del coche listas en sus manos.

— Dicen que la vieron vagando por Loch Nora. Iré a ver, y Dusty se quedará al lado del teléfono por si acaso.

— ¿Por qué estaría tan lejos?

— Los gatos son aventureros, amor.

— Mamá, Mews no se levantaba ni siquiera para comer de su tarro.

Ladeó su cabeza, pensativa, pero después negó sonriente y optimista.

— Quizás era una gata parecida y la nuestra sigue por aquí. Así que mientras caminas al Arcade, por favor, estate atenta al camino.

— Bien. Bien —respondió Tessa, rendida, guardando el brillo labial, el rubor y el fijador en spray en su bolso. Ya no tendría tiempo para terminar de arreglarse, ya que, aparentemente, tendría que ir caminando al Palace Arcade.

— ¡Mews! ¡Mewsie! —llamaba— ¡Pssss! ¡Psss! ¡Mewsie!

•llɐqɹoɹɹıW•

— ¡Ey, fíjate por donde vas, pareces mi madre! —gritó Tessa al casi ser atropellada por la ineptitud del conductor de aquel famoso Camaro color azul; antes de tener que frenarse de repente, escuchó como Billy Hargrove le gruñía amenazante a su hermana. Como todos los días.

— ¡Cuida tu actitud, mocosa! —la pelirroja, como respuesta, le mostró ambos dedos medios y entró rápidamente al Arcade.

Tessa saludó a Keith para demostrar que estaba allí a tiempo y luego se encerró en el baño; saliendo después de cuarenta y cinco minutos y con otra actitud dada por la confidencia de verse linda. 

Mascando un chicle de fresa, que combinaba su aroma con el del lip-gloss que llevaba, se posó detrás del mostrador y comenzó a trabajar de una vez por todas; dando fichas y cobrando. 

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Dustin acababa de llegar a su casa junto a STEVE HARRINGTON. Porque, después de no encontrar a ninguno de sus amigos, era lo único que encontró. Y de verdad necesitaba ayuda. Hacía días que Dustin había adoptado como mascota a un prematuro demogorgon, ahora, había crecido y eso era un gran problema; uno mínimo viendo a futuro.

— ¿Estás seguro de que no es un lagarto pequeño? —preguntó Steve mientras Dustin buscaba las llaves del sótano (dónde había encerrado al demogorgon).

— No lo es —afirmó, hosco.

Iban directo a la habitación de Dustin para mostrarle evidencia de que se trataba de un demogorgon, cuando Steve se distrajo con otra puerta abierta; aquella habitación de paredes floreadas, con muchos objetos brillantes y de aroma dulce. 

— ¿Esta es la habitación de Tess?

— ¿Qué te importa? —respondió entrando a la suya, que no olía tan dulce; simplemente olía.

— ¿Por qué tiene tantos limones en un plato? —curioseó— ¿Fue señorita Hawkins?

Había entrado.

Dustin, parado en la puerta, lo observaba severo.

— A, aclara sus codos con eso; B, sí, lo es desde finales de mayo; Y, C, ¿PODEMOS ACABAR CON EL DEMOGORGON ANTES DE QUE VUELVAN MI MADRE Y MI HERMANA A CASA? Por el amor de Dios —maldijo, alejándose.

Steve lo siguió, cabizbajo, como un niño que acaba de ser reprendido por su madre en una tienda de dulces.

— No oigo nada.

— Está ahí.

Steve tomó aire y golpeó la puerta del sótano con el bate. Tres veces. No se escuchaba nada.

— Ok. Si esto es una broma de Halloween, te mato —amenazó poniéndole la linterna en la cara.

•llɐqɹoɹɹıW•

De repente, de la puerta del cuarto de servicio, salieron Lucas y la hermanita de Billy. Tessa, aunque bastante confundida, los dejó pasar por un lado del mostrador. Él la seguía, casi rogándole por algo. Tessa estaba atenta al chisme, hasta había armado toda una historia en su cabeza, entretenida no escuchaba lo que le estaban pidiendo.

Enredaba la goma de mascar en uno de sus dedos cuando se le acercaron.

— Te digo que ella estuvo ahí. Tessa confírmale lo que realmente le pasó a Will el año pasado. La verdad.

— ¿De qué hablas, Lucas? —preguntó riéndose, haciéndose la boba. La niña pelirroja levantó sus cejas, mirando de lado a Lucas.

— ¡Theresa! Max puede saberlo. Dile que nos enfrentamos al demogorgon, sobre ya sabes quién y también...

— ¿Demogorgon? Ah, él habla del juego. Calabozos y Dragones —se rio y saludó con la mano, con una sonrisa coqueta, a ese chico James, que llevaba bastante más seguido a su pequeña hermanita.

— No estoy bromeando —afirmó Lucas, captando de nuevo su fatigada atención—. Estoy contándole esto a Max para advertirle, porque está sucediendo de nuevo y todos estamos en peligro. ¿Entiendes?

Tessa palideció, hasta le flaquearon las piernas y dejó de pestañear. Era innegable; ella sí sabía de lo que hablaba Lucas, y no parecía tratarse de ningún juego. Sin embargo, Max, se mantenía fiel a su postura e incredulidad.

— ¿¡LO VES!? —le chilló a Max, señalando a Tessa— No es ninguna broma. No es ninguna mentira.

— Ella no dijo nada.

— Me pediste una prueba, y ella es la única prueba que tengo.

— Lucasestádiciendolaverdad —dijo Tessa entre dientes, muy rápido, sin mirarlos y sonriendo.

Detrás de la entrada, y poniendo a Max mucho más en alerta que aquellos demogorgon, se escuchó el rugido de un coche y el chirrido de sus ruedas. Max tenía que correr, su tenebroso hermano había llegado por ella.

— Podrías haber ayudado más, ¿sabes? —recriminó.

Tessa le sonrió falsamente como respuesta.