—Ya casi llegamos, mi amor —le dije cuando apoyó sus manos temblorosas sobre mi nuca. Sin embargo, su llanto de dolor me torturaba mentalmente—. Lo siento, Aly —continué disculpándome mientras poco a poco y cuidadosamente la coloqué en el interior de la tina—. Muy bien, pequeña —la alenté y comencé a lavar cada parte de su cuerpo como podía, vertiendo el agua tibia sobre su cabello y su frente.

Se mantenía en silencio, pero percibía que lo estaba disfrutando, ya que la tensión de su cuerpo disminuía cada vez que continuaba lavándola por todas partes con amor y devoción. Necesitaba dejarle saber con mis acciones que amaba cuidarla y que hacerlo no me fastidiaba en lo absoluto.

—¿Crees que puedas apoyar la espalda contra la tina? —le pregunté preocupado—. Necesito lavar tu cabello.

Sin decir una palabra, intentó apoyar la espalda y cuando lo logró, vertí champú sobre su cabello y masajeé su cabeza, causando que por un momento se relajara más de lo normal en su situación.

—Gr-Gracias, Wayne —me dijo por lo bajo y tosió con dificultad.

—No tienes que agradecerme nada —vertí agua sobre su cabello y comencé a quitar la espuma—. Es mi deber cuidarte. No solamente hemos sido pareja para disfrutar. También lo somos en los momentos difíciles. Además, has vuelto a salvar mi vida.

Sonrió un poco y continuó tranquila, dejando que yo terminara de bañarla.

—¿Por qué sonríes? —enarqué las cejas.

—Porque me he salido con la mía y logré salvarte. Eso me hace feliz —estiró su brazo y acarició mi barbilla desde su posición—. Por favor, no te enojes conmigo ni con el mundo por la decisión que tomé y por haber hecho lo que hice sin decirte nada. Fue mi elección, ¿entiendes?

Lo reflexioné por unos segundos en silencio, terminando de lavar su cuerpo completamente para mirarla directamente a sus tiernos y cansados ojos.

—No estoy molesto, aunque así haya parecido —confesé—. Quizá malinterpretaste mi comportamiento de hace un rato, porque estaba y aún estoy desesperado, pero no estoy enojado contigo ni con el mundo —le dediqué una vaga sonrisa y me dispuse a sentarla poco a poco en el interior de la tina.

Sus ojos no dejaban de observarme con impresión y un brillo que no lograba descifrar.

—¿Por qué me miras así? —le pregunté con suma curiosidad cuando busqué una toalla y la saqué de la tina.

—Por lo mucho que has avanzado emocionalmente.

—¿Tú crees? —bufé cuando terminé de secarla.

—Estoy segura.

—Pues, yo estoy más que seguro de que tú has sido parte de mis avances —le dije cuando la cargué y la acosté sobre la cama—. Es una de tantas razones por la cual debes ser fuerte y mantenerte viva —acaricié su labio inferior con el dedo pulgar—. Ahora regreso —busqué una camiseta mía y un bóxer para volver hacia ella—. Aunque afuera está haciendo mucho frío, aquí adentro no es el caso, así que debo ponerte ropa fresca para mantener la fiebre baja.

Asintió y se sentó poco a poco, ayudándome a vestirla. Honestamente, en el momento, solo podía disfrutar de que se comportara de manera obediente y más cuando realmente yo lo necesitaba. Cuando acaricié y masajeé su cuerpo con un poco de crema, examiné su garganta y como la infección cada vez se agravaba.

—¿Tienes hambre?

Negó con la cabeza y se acomodó sobre el colchón para volver a dormir.

—Está bien, pero igual sabes que debes alimentarte para mantenerte lo más fuerte posible.

Mjm.

—Esta vez aceptaré esa respuesta —le sonreí y cubrí sus pies con un par de calcetines.

Cuando volvió a dormirse, no dudé en volver a examinar su temperatura corporal al tocar su frente, sus mejillas y sus manos.

«Estaba funcionando», pensé al comprobar que el baño de agua tibia redujo la temperatura de su cuerpo. «Bien, esto nos daría más tiempo».

Me puse en pie y entre mis pertenencias busqué un calzado y una mascarilla, ya que tenía todas las intenciones de ir hacia alguna cafetería o restaurante que estuviese abierto. De hecho, ya no tenía que usar nada para protegerme, puesto que la dosis de la vacuna era tan potente que me había inmunizado. Sin embargo, nadie a nuestro alrededor sabía sobre mi situación, así que no quería alertar ni llamar la atención. Con suerte, también tendría la posibilidad de encontrar algún establecimiento en el interior del hotel donde podría comprar medicamentos y artículos de primera necesidad.

—Volveré enseguida —le avisé a Alysha cuando acaricié su cabello y posé un beso sobre su frente, causando que ella frunciera el ceño—. No te preocupes. Iré por unas cosas y regresaré rápido.

—Es-Está bien —me dijo con los ojos entrecerrados.

—Sigue durmiendo —acaricié sus mejillas—. Está bien que continúes descansando, ¿sí?

Asintió lentamente y luego me puse en pie, listo para salir de la habitación. En realidad, no sabía como estaban las cosas en el hotel, ya que estábamos en una cuarentena en general, pero lo que sí sabía era que no podía llegar con las manos vacías. Mucho menos cuando todavía no tenía la vacuna de Alysha. No quería dejarla sola ni un segundo. Sin embargo, en el momento, no tenía opción y debía aprovechar que había logrado controlar su fiebre.

«Los segundos, minutos y horas eran valiosos e importantes, así que céntrate. Por ti, por mí y por nuestra diosa». Mi alter ego, o más bien —mi oscuro ángel—, me alentaba a tomar las decisiones con cuidado y precisión, porque ninguno de los dos queríamos perderla.

MCP | La Cura ©️ (¡Completa!) ✓Where stories live. Discover now