CAPÍTULO XXIV

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Después de leer aquel diario— o mejor dicho, lo poco que leyó—, Levi había cambiado. Decidido enterrar en lo más profundo de su corazón todo el amor que tuvo por Mikasa. Aquello lo hizo más cerrado y huraño con sus compañeros y amigos, pero solo era su forma de proteger su corazón.

Levi trataba de odiarla, ella había tomado su amor y su confianza, para luego tirarlo todo por la borda. Todas esos "te amo", todas las promesas, su futuro juntos... todo había sido un truco. La había amado como jamás creyó amara a alguien, y no le había importado dejarlo con el corazón roto.

— Levi,— dice Hange, entrando a la oficina del pelinegro.— ¿Cómo estás?— esperó unos segundos, pero no obtuvo respuesta, él seguía escribiendo los reportes de los nuevos reclutas.— Deberías de leer el diario de Mikasa. Si tan solo...

— Te dije que no volvieras a decir su nombre.— Respondió.— No quiero saber nada de ella.

— Sé que estás dolido, pero deberías de hacerlo, o después te puedes arrepentir de tú decisión.

— Si solo viniste a molestar, mejor vete. Tengo trabajo que hacer.

— Erwin quiere verte, ya hay fecha para la próxima expedición.

No esperó respuesta por parte del ojiazul y solo salió de la oficina. Hange deseaba que Levi pudiera escucharla, si tan solo hubiera terminado de leer el diario de Mikasa, se hubiera dado cuenta que todo lo que había vivido a su lado era real. Que dejarlo había sido la decisión más difícil que había tomado, pero también sabía que no importaba lo mucho que ella, Erwin o Marco insistieran, él no los escucharía, estaba muy lastimado para poder entender la posición tan difícil en la que se encontraba Mikasa.

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Dicen que el tiempo cura todas las heridas, pero Levi sentía que el tiempo solo las incrementaba. Las expediciones fueron los únicos momentos en el que podía sacar su frustración, mató a tantos titanes como pudo y gracias a ello, el tiempo estimado para eliminar a los titanes dentro de la muralla María, se había reducido. Ahora solo estaban a pocos minutos de conocer el mar, la muralla que Eren había descrito en sus recuerdos ya se divisaba en el horizonte.

Al llegar, rodearon el muro y subieron a una colina donde pudieron ser testigos de la inmensidad del mar. Podía ver el entusiasmo en el rostro de su escuadrón y sus amigos. Él por su parte, no podía describir a ciencia cierta cómo se sentía; sin lugar a duda era un lugar hermoso, pero también era el lugar en el que cientos de personas habían sido convertidas en titán.

— Los libros de Armin no logran compararse con está vista,— dice Erwin.

— Hay tantas cosas que podré investigar... esto es emocionante.— Comenta Hange.

Ante la señal del comandante de seguir avanzando, el escuadrón élite puede llegar hasta la orilla y amarrar a sus caballos en un árbol cercano. Después de eso, los chicos corrieron hacia el mar, jugando y divirtiéndose en aquella agua salada.

— ¡Vamos Levi!— Gritó Hange. Ella y Erwin recolectaban todo lo que se les pusiera enfrente.— ¡Ven con nosotros!

— Tks, ustedes están locos. No sabemos que puede hacernos ese tipo de agua,— respondió.— Además, esas cosas podría ser venenosa, no deberían tocarlas.

— No son venenosos. Solo es tu paranoia a la suciedad—. Comentó el comandante, a lo que Levi solo rodó los ojos.— Vamos Levi, únetenos.

— No iré. Vigilaré si no hay nadie cerca.— El azabache no espero respuesta y se alejó de todos.

Efecto MariposaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz