CAPÍTULO XIX

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A media mañana Levi y Mikasa tomaron sus caballos, cabalgaron alrededor de media hora en dirección al este. Enfrente de ellos se encontraba una cabaña, había flores enfrente y árboles a los alrededores.

— Llegamos,— dijo Levi bajando de su caballo.— ¿Te gusta?

— ¿Qué hacemos aquí?—. Preguntó, aunque podía imaginar que está era la sorpresa de Levi.— ¿De quién es está cabaña?

— Es obvio, mocosa. La cabaña es mía o nuestra si así lo quieres, podremos vivir aquí cuando todo acabe.— El azabache abrió la puerta y pudo observar una sala, un comedor, una pequeña cocina y unas escaleras que llevaban al segundo piso.— Este podrá ser nuestro hogar.

Mikasa entró y pudo ver que todo había decorado al gusto de ambos; el color claro de las paredes y los jarrones con flores que decoraban las mesas, le daban al lugar una sensación acogedora.

— Pedí algo de ayuda, ¿te gusta?

La pelinegra sentía su corazón encogerse con aquella sorpresa, aquel lugar era lo que siempre había soñado. Un lugar para ellos dos, un lugar dónde pudieran tener una vida tranquila y en paz, esto era un hogar.

— Es perfecto,— susurro.— ¿Cuándo...?

— Poco después de la coronación. Aún hay algo que debes ver.

El azabache los guio a la puerta trasera que se encontraba en la cocina, al salir, Mikasa pudo notar una pequeña huerta y cinco arbustos de camelias sinensis, las cuales parecían a punto de florecer.

— El libro que me regalaste ha sido de gran ayuda. Aunque aún falta que maduren para poder cosechar las hojas.

— Levi, lo que hiciste es maravilloso—. Mikasa sentía un nudo en la garganta, esto era lo que siempre quiso. Una casa en las montañas, una vida tranquila y Levi a su lado, ¿pero cuánto tiempo le quedaba?, ¿por qué Levi tenía que amarla tanto?, ¿por qué ella tenía que amarlo tanto?—. No merezco todo esto,— un sollozo salió de sus labios—. Levi, escucha, yo...

— No vuelvas a decir que no mereces esto, porque lo mereces—. El azabache fue hasta ella y la abrazo, tal vez se había apresurado al proponerle vivir juntos y más al no comentarle nada primero—. Me adelante a hacer todo esto sin considerar si estabas lista o no.

— No, no es eso—, respondió y logró controlarse antes de que pudiera decir algo que la delataría—. Creo que solo estoy sorprendida.

— Todos somos esclavos de algo para sobrevivir, todos necesitamos embriagarnos de algo, eso fue lo que Kenny dijo antes de morir. Sus palabras han sonado en mi mente por mucho tiempo y me di cuenta que tenía razón. Está casa y tú son las razones por las que quiero sobrevivir, tener una tienda de té, casarnos y vivir tranquilamente por el resto de nuestras vidas.

— Me gusta como suena eso,— susurro contra su cuello—. Quiero pasar cada día que pueda junto a ti. No quiero que esto termine, no quiero perderte.

— No lo harás, no me perderás.— Mikasa se alejó un poco buscando la mirada de Levi.

— Levi, no importa lo que pase... Recuerda lo mucho que te amo.

— ¿Qué sucede?— El azabache sostuvo su rostro con ambas manos, podía ver en sus ojos que algo pasaba, había visto esa mirada muchas veces. Era como si algo le impidiera ser completamente feliz—. ¿Qué es lo que te preocupa?

— Lo que hiciste es lo que siempre he querido, pero temo perderlo todo en un instante.

— Entiendo. En cada expedición, en cada enfrentamiento que hemos tenido, he pensado que podía perderte. Pero ese miedo también ha sido lo que me ha hecho esforzarme más. Estaremos bien.— La beso, callando sus miedos interiores y los suyos, que con lo dicho por Mikasa, amenazaban con salir.— Entremos.

Efecto MariposaWhere stories live. Discover now