- Aléjate - logró articular, apuntándola con el mismo dedo de la mano que sostenía su vaso de vodka. Dio dos pasos hacia atrás y frunció las cejas.

- Solo estoy intentado ser amable contigo - aclaró ella fingiendo inocencia. Ladeó la cabeza y le sonrió con timidez. Se acercó a él, o al menos eso creyó, y Matt retrocedió otros dos pasos, pero Seline se limitó a tomar un vaso de vidrio de uno de los estantes para servirse alcohol. 

Hasta ese momento el pelirrojo reparó en que la chica no traía encima nada más que una fina bata de de seda color negro, de esas que se cruzaban y amarraban con un listón. Podía notar los pezones erguidos a través de la tela y se obligó a apartar la vista.

- No soy imbécil, sé lo que quieres.

- ¿Y qué no es acaso lo mismo que tú quieres? - Seline se lamió los labios y giró e contenido del vaso mientras lo miraba. Le dio un ligero trago como si fuese agua. 

- No está bien lo que hicimos, ¿Qué acaso no sientes una pizca de remordimiento? 

- Tu boca está muy moralista hoy, ¿no crees? - la castaña elevó una ceja con diversión, acercándose a él con pasos lentos, marcados y sensuales, obligándolo a retroceder hasta que chocó contra la mesa de la cocina -. A mí se me ocurren cosas más interesantes en las que podrías gastar saliva. 

Matt tragó en seco, nervioso. Sentirla tan cerca de él susurrándole cosas al oído no ayudaba en nada en su intento de no volver a cometer los mismo errores. Mentiría si dijera que no quería arrancarle ese maldito pedazo de tela y tomarla contra la mesa de la cocina como un animal salvaje y sediento, pero el remordimiento posterior era letal. No hacía mas que pensar en que estaba traicionando a Mello, a su amigo, a su hermano. 

- Vete, Seline - articuló con dificultad, bajo la penetrante mirada gélida de ella. Sus ojos azules, fríos como el hielo la mayoría de las veces, refulgían como el fuego, ardientes, deseosos -. No conseguirás nada de mí esta noche. 

La nombrada fingió tristeza y se alejó un par de pasos. 

- Ouch, eso sonó tan triste... Supongo que no me queda de otra. 

- ¿A qué te refieres...? 

- Si no puedes aliviar mis necesidades, tendré que hacerlo yo misma, Mattie.

Tras un pequeño encogimiento de hombros, la chica se sentó en el filo de una de las sillas, abrió las piernas y se desató la bata oscura sin pudor alguno. Matt apenas y pudo moverse. Fijó su vista en la bata que estaba hecha girones en los tobillos de Seline, tragando en seco, tembloroso. Se prometió a sí mismo que no levantaría la vista por nada del mundo, pero entonces ella dio un pequeño brinco involuntario y gimió alto. 

Matt se encontró ante una de las escenas más eróticas que había contemplado en toda su vista: Seline, la mujer que para él era la definición de pecado con esas piernas rellenas y caderas anchas, acariciando su feminidad sobre una silla mientras arqueaba la espalda, sacando los pechos y echando la cabeza hacia atrás. 

- Oh, mierda - gimió ella mordiéndose los labios, acelerando sus movimientos. Los pantalones de Matt se tensaron y su miembro palpitó deseoso, la boca se le hizo agua y varias imágenes de él entre sus piernas surcaron mente. 

A la mierda, la necesidad, la quería. 

Caminó a paso veloz hasta ella, se arrodilló y la obligó a quitar sus manos de su centro. 

- Ey - se quejó. 

- Puedo hacer eso mucho mejor que tú. 

Seline sonrió. 

Death Note :  One shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora