EPÍLOGO

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Llegó diciembre. Llegó el año nuevo. Pasó San Valentín, y esta vez tuve para darle algo bello al jevi mío. No sé qué más vainas pasaron, pero todas las efemérides del año las celebramos. Los cumpleaños fueron mejores cuando llegó el dos mil veintiuno. La pandemia seguía, aunque bajando, todo el mundo tenía tapabocas y la vaina, y los eventos empezaron a celebrarse de nuevo en público, aunque manteniendo la distancia y tales.

Los bities no ganaron un Grammy, pero esos loquitos sabían que habían ganado más con la nominación en sí que habiéndose llevado el premio a casa. Yo igual le menté la madre a toditos y de haber sido por mí, retaba a cualquiera de esos mamaguevos organizados a un pvp, si es que eran tan arrechos. El mismo Jimin me dijo que estaba bien, que ya todos estaban grandecitos para entender el beta. Lastima que igual a mí me dieran arrechera las cosas.

El año terminó casi de la misma forma. Habían sacado butter que la había roto por completo, no podía estar más contenta por ello; había estado con Jimin en cada proceso, y la verdad, a veces ni podía creerlo. Entraba a los sets, le acompañaba en los ensayos de baile cuando podía, le veía grabar cuando él practicaba en su estudio, todavía me llevaba a citas a escondidas en la empresa y luego me sacaba a pasear por ahí cuando teníamos libre. El haber agarrado plata y fama me favoreció también, porque a veces me las daba de arrecha y le pagaba yo que si, no sé, un fresquito, cuando se daba la oportunidad.

En mi defensa, Jimin no se deja brindar, pero es que también, ¿Qué más va a pedir ese hombre de mí? Ya con cogerme que le baste y que le sobre, nojoda.

Como sea, el año acabó volando. Para cuando empezó el dos mil veintidós, habían cambiado muchas cosas. Sin pandemia, en su mayoría, los bities habían empezado a organizar unos conciertos todos boletas y yo, finalmente, cuadré unas vacations para poderme ir con esos tipitos hasta Estados Unidos, donde tendrían esa vaina.

Había que decir algo, yo ni quería que Jimin saliera por ahí a la calle, que tal y que enamoraba a alguien. No vale, con esas cosas hay que estar mosca. Ese tipo se veía riquísimo con ese corte de cabello que le hicieron, y pelinegro, casi un sueño húmedo, gracias a dios que cuando llegábamos a casita por la noche se me volvían realidad todos esos dichosos sueños, quien pudiera ser yo.

Entonces, y como a mí lo que me sobra es billete, y tiempo, ya había planeado todo con lujo de detalle.

Por eso, cuando llegué a la casa de Freya, mis padres ya estaban ahí. Como todo lo hice yo, no hubo modo de que algo se arruinara, esa malparida sapa hijueputa la iba a terminar cagando, sin importar el momento que sea, ni el año, ni su nada, esa tipa se quedó bruta pa' toda la vida.

No fue difícil tampoco, como mi papá tenía visa y esas cuestiones por coreanito, eso fue decir que estaba casado con mamá Teresa y cuando vimos, estaban en el imperio. Hay que echarle bolas el tiempo que tardamos en eso, sobre todo Freya, que agarró fama y se olvidó de todo el mundo, de vaina le mandaba a nuestros papás para el mercado.

Mentira vale, es echando vaina.

Después de mucho tiempo había logrado ver a toda esta gente, y me pareció una locura lo mucho que había cambiado el beta de la vida, nojoda. Bueno, mi papá y mamá Teresa estaban tal cual, esa gente no cambiaba, y menos mal, porque entonces dejaré de creer en el amor. Luego estaba Freya, que después de terminar ese coso que habia hecho que se fuera a Estados Unidos en primer lugar, la había lanzado al estrellato entre los de Hollywood, porque la próxima vaina que sacó fue una hijueputa película de Maléfica, la historia de Aurora, y bueno, ya ni quién se la aguanta diciendo que es amiga de Angelina Jolie.

EL JALABOLAS DE JIMIN, park jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora