CAPÍTULO EXTRA

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Sirius (Invierno 1977)

Iba a contárselo a James. Tan pronto como supiera qué decir.

Joder, ¿cómo había sido tan fácil para Moony? Tenía que ser una de las grandes ironías de la vida que Moony, misterioso, indefinible e incomprensible, hubiera sido capaz de soportar su alma con tanta sencillez y sin esfuerzo. Pero eso era Remus por todas partes. Esa fue la suerte. Tan pronto como pensaba que ya lo conocía lo suficiente para verlo con claridad, otra parte de él se revelaba y la imagen entera cambiaba. Capa tras capa, hasta darse cuenta de que nunca conocía realmente a Remus. Era fascinante y frustrante.

James era todo lo contrario; lo que hay es lo que ves, y Sirius lo amaba ferozmente por eso. Porque sabías donde estabas. Nunca engañó ni dejó lugar a malentendidos. Nunca habían peleado, no en siete años de amistad, y en lo que a Sirius Black se refería, eso era nada menos que milagroso.

Habían tenido "palabras", por supuesto. No era ajeno al tono de regaño de James, o incluso, mucho peor, a su decepción. Se le vino a la mente el quinto año, aunque Sirius siempre trataba de olvidarlo tan pronto como lo recordaba. El caso era que James Potter y Sirius Black cas siempre estaban en perfecta armonía, y había sido así desde que se conocieron en el Expreso de Hogwarts. James era su otra mitad. Su mejor mitad.

Por eso lo que hizo Moony descolocó tanto a Sirius. Simplemente entró y puso todo patas arriba y luego desapareció antes de que pudiera recuperar el aliento. Sirius a veces se sentía como si hubiera pasado los últimos dos años tratando de averiguar cual era el camino. No es que Sirius se estuviera quejando, no es que no fuera increíble, pero sería el primero en admitir que no era bueno en este tipo de cosas.

Remus podría ponerle fecha. Había sido tan claro para él; supo el momento en que todo había cambiado. Pero Sirius no se había dado cuenta. Obviamente debió haber habido un momento, un segundo en el que de repente se había dado cuenta. Pero nada se destacó. ¿No había pensado siempre que Moony era un poco especial? ¿No había querido siempre estar un poco más cerca?

Sirius gimió y hundió la cabeza en la almohada a su lado. Si, definitivamente tenía que decírselo a James.

Estar con Moony era fácil. Decírselo a otras personas no lo era.

Se levantó de la cama. Un movimiento decisivo. Había pensado en esto lo suficiente. Se estaba volviendo demasiado complicado, mejor encontrar algo más en qué pensar. Sirius sabía por experiencia que si pasaba demasiado tiempo solo, su mente comenzaba a hablar sobre él. Le contaba cosas que no le gustaba oír sobre si mismo. Sobre lo que otras personas pensaban de él. Mejor interrumpirlo, dejar que alguien más lo distrajera

¿Dónde estaba Prongs? Quiddich. Lo que significaba que Peter estaría mirando. Sirius no podía soportar sentarse junto a él en las gradas, viendo a James divertirse y fingiendo que no estaban todos locos de celos.

De todos modos, si la práctica terminaba significaba que Evans estaría allí. Y sirius no era tan patético todavía, siguiendo a esos dos esperando un poco de atención. Bueno, eso realmente no le dejaba otra opción. Distraído se acercó a la mesita de noche de Remus y sacó el mapa del merodeador.

Si, estaba Prongs moviéndose de un lado a otro a través del campo ovalado. Peter en las gradas, Marlene dando vueltas por el perímetro, probablemente aburrida, pobre chica, los ejercicios de James podían ser aburridos. Evans y McDonald parecían estar juntas, recién saliendo del terreno. Observó las banderitas con sus nombres, el progreso constante. El etiquetado había sido idea de Remus, pero los delicados pergaminos de texto habían sido idea de Sirius. Todo estaba muy bien, produciendo una espectacular hazaña de magia, pero la presentación lo era todo. Esa era la diferencia entre él y Remus, su magia. Potencia bruta frente a delicadeza espontánea.

All the young dudes Book three: Till the endWhere stories live. Discover now