La guerra: La historia de Moony

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Entró en una pequeña habitación blanca, con un techo bajo rayado con vigas negras. Había una pequeña ventana cuadrada, pero las cortinas estaban corridas. Alguien le había lavado la sangre, gracias a Dios, aunque todavía podía olerla, débilmente, y saborearla también. Estaba acostado en una cama individual y, aparte de una mesita de noche con una lámpara vieja, no había mucho más en la habitación.

La puerta estaba entreabierta y Remus podía oír voces en el pasillo exterior.

-Marlene está aquí,- la voz de James se escuchó claramente, -¿Debería dejarla subir? ¿Le hiciste alguna pregunta?

-Sí, envíala arriba. No está despierto... -dijo Sirius, su voz sonaba extraña. -Pero definitivamente es él. Tiene que ser.-

-¡¿Estas seguro?!-

-Lo primero que dijo cuando aterrizó fue 'joder', estoy bastante seguro-. Sirius espetó.

-Justo.- James respondió, sin humor. Bajó la voz a un susurro, -Canuto... toda esa sangre. Y con el ataque de anoche ... -

-¡Veamos lo que tiene que decir, antes de sacar conclusiones precipitadas, ¿de acuerdo?! Envía a Marlene arriba -.

-Pero si no es seguro -.

-Entonces me quedaré en la maldita habitación. ¡¿Podemos hacer que alguien lo mire , por el amor de Dios ?! ¡Ni siquiera tiene una varita! -

-Ok, ok ...- James cedió.

Dios, pensó Remus, mientras la vergüenza se apoderaba de él como polvo. Creen que no soy yo. Creen que soy un espía. ¿Qué tan mala se había vuelto la guerra en el mes en que estuvo fuera? Se devanó el cerebro rápidamente para encontrar una forma de demostrar su identidad. La idea de que Sirius no confiara en él era demasiado dolorosa de soportar.

Hubo un lío de pasos en el pasillo exterior, y finalmente la puerta se abrió. Remus trató de sentarse de inmediato, levantándose de sus brazos cuando Sirius entró en la habitación.

-¡Canuto, te juro que soy yo, Moony! Te ayudé a hacer el mapa de los merodeadores, y pusimos escaramujos en la cama de Snivelllus, y fuimos a patinar al lago en Navidad y lo odié, pero eras muy bueno, y ... y ... -

-Shh, Moony,- Sirius lo tranquilizó, sentándose en la cama con cuidado y colocando gentiles manos en su hombro, -Acuéstate por el amor de Dios, Godric sabe lo que te rompiste apareciendo así, idiota ...-

-¿Sabes que soy yo?- Remus agarró los brazos de Sirius, pero permitió que lo volvieran a acostar.

-Por supuesto que sí.- Sirius se inclinó y besó su frente, -Te reconocería en cualquier lugar. Mira, lo siento por Prongs, está al borde. Las cosas han estado un poco ... -

-Está bien, está bien, ¡dale algo de espacio!-

Sirius se dio la vuelta cuando Marlene irrumpió en la habitación, la túnica verde de Sanador volando y la bolsa de cuero en la mano.

Ella empujó a Sirius fuera de la cama y se inclinó sobre Remus, poniendo una mano fría en su frente y mirándolo a los ojos, su rostro pecoso lleno de dulce preocupación. Ella sonrió,

-Hola cariño-, dijo en voz baja, -¿Dónde has estado, eh? Nos has tenido a todos muy preocupados -.

-Hola Marlene,- Remus le devolvió la sonrisa con cariño. -¿Calificaste como Sanador mientras yo no estaba?-

-Difícilmente-, se rió, -todavía soy una novata. Pero soy lo mejor que la Orden pudo hacer en poco tiempo, así que... -Se enderezó, con las manos en las caderas,- Correcto. ¿Cuál es el daño?

All the young dudes Book three: Till the endWhere stories live. Discover now