La guerra: Otoño de 1979

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Viernes 7 de septiembre de 1979

-¡Uuurrgh, cabrón!- Remus gimió, acunando su hombro y mordiéndose el labio.

Canuto vino brincando, ladró, luego se transformó de nuevo en Sirius,

-¿Qué pasa?

-Dislocado.- Remus hizo una mueca, todavía agarrando su brazo. -¿Tienes mi varita?

-Sí, espera ...

-¿Está bien, Moony?- James y Peter salieron tranquilamente de la espesura. -¡Eso fue genial!-

-Sí, genial ...- Remus aceptó su varita de Sirius y apuntó a su brazo dolorido.

Pensó en Livia y Castor, como lo hacía cada luna llena desde que conoció a la manada. Esperaba que ambos estuvieran a salvo, y en cierto modo deseaba tenerlos cerca, solo por los beneficios curativos.

Con el brazo fijo, o lo más cerca que pudo, se puso de pie con dificultad y se puso la ropa, escondida debajo de un arbusto cercano.

-¿Okay?- Preguntó Sirius, mirándolo con recelo, -Te ves un poco tembloroso-.

-Solo duele un poco-, dijo Remus, teniendo que evitar encogerse de hombros, -¿Puedo estar de tu lado para volver?-

-Por supuesto. Oye, Prongs —Sirius le dio un codazo a James con el codo, sonriendo—, maldita sea, buen ciervo, ¿eh? Eh ?? ¡¿Si lo eres ?!

-Sí, Canuto, muy gracioso-, resopló James, -Tan gracioso como las últimas cien veces-.

-Estoy perdido contigo, - suspiró Sirius.

-¡Menos de veinticuatro horas!- Peter dijo: -¿Cómo te sientes?

-Cansado.- Dijo James, con un bostezo.

Se aparecieron de regreso a la casa de los Potter, que ya era un hervidero de actividad. Habían contratado a cuatro elfos domésticos adicionales en preparación para la boda del día siguiente, y las diminutas criaturas iban y venían por la cocina preparando un festín.

Lily y la Sra. Potter estaban sentadas en la mesa de la cocina, la Sra. Potter en bata y pantuflas, que nunca se quitaba en estos días. Lily saltó para besar a James.

—Buenos días, cariño. Me quedé el tiempo suficiente para verte, pero ya me voy. ¿Cómo estás, Remus?

Remus asintió, en blanco y exhausto.

Lily ladeó la cabeza y dijo: -Vayan a la cama, todos ustedes, todos necesitan su sueño reparador. James, te dejé una lista de cosas que necesitas arreglar esta tarde. Llámame cuando esté todo terminado o nunca dormiré. Sirius, ¿te dio los anillos? Oh no, tonta de mí, los tengo, aquí tienes... Remus, ¿te asegurarás de que no los pierda? Pete, tu mamá apareció y le dije que saliste con los muchachos y estabas durmiendo después de la resaca, así que mejor si no te vas a casa. Voy a enviar a Mary esta noche con los ojales para todos ustedes, y las corbatas, si Madame Malkin se da prisa y las termina ... oooh, ¿todos tienen zapatos?

-Merlín, Evans-, bostezó Sirius, -cualquiera pensaría que te vas a casar mañana-.

Ella le sacó la lengua, besó a James, abrazó a Remus y se apresuró a salir por la puerta.

-¡Vayan a la cama, muchachos!- Ella gritó, mientras se iba. -¡Nos vemos en la parte superior del pasillo, Potter!

Remus miró la lista que Lily le había dejado a James, eran al menos cuarenta centímetros de pergamino, y Lily tenía letra pequeña. James lo ignoró,

-¿Estás bien, mamá?- Dijo, acercándose a la Sra. Potter.

Tenía dos manchas oscuras debajo de los ojos y su cabello era pálido y fibroso. A Remus le resultaba difícil mirarla a los ojos, en estos días; ella le recordaba mucho de su última visita con Hope.

All the young dudes Book three: Till the endWhere stories live. Discover now