Septimo Capitulo❣

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En Iwagakure.

Akatsuchi volvió a golpear el suelo, derrotado por un chidori.

–E-eres fantástico, Kakashi-kun– murmuró sorprendida Kurotsuchi, sintiéndose extraña.

Ōnoki entrecerró los ojos cada vez más convencido de que ese era el tipo de shinobi que quería bajo sus órdenes.

Deidara era excepcional, pero terriblemente inmanejable y la peor de las influencias para los otros niños con todo aquel verso extraño del arte y la rebeldía.

Kakashi era silencioso, tranquilo, trabajaba siguiendo las órdenes al pie de la letra en vez de querer cambiarlas siempre como lo hacía el rubio.

Por su parte, Kitsuchi sólo podía parpadear entre sorprendido y avergonzado. Jamás había visto tal nivel en ningún shinobi de apenas trece años de edad.

–Sería bueno que pudieras volver otra vez, Kakashi– le habló el Tsuchikage –. El entrenamiento de tu aldea es demasiado blando para tu nivel, y creo que lo sabes. Después de todo, ya deberían haberte habilitado para pasar a chuunin, y si mantienes la cabeza fría, podrías llegar a jonin para los dieciocho o antes.

Kakashi asintió, internamente feliz. Era ese tipo de trato y entrenamiento el que había estado buscando desde que murio su padre, pero Minato-sensei siempre insistía en retrasarlo al nivel de sus compañeros. Él estaba para otras cosas, y el duro entrenamiento casi de guerra de Iwagakure se amoldaba a la perfección a lo que su deslumbrante talento le pedía a gritos.

–¿Volverá el otro año?– se entusiasmó Kurotsuchi.

Detrás de ella, Akatsuchi se incorporaba con dificultad sin la ayuda de nadie.

–Oye, ya te has olvidado de Deidara– frunció el ceño enojado, no veía las horas de que los meses corrieran y Kakashi se fuera para nunca jamás volver. Las recientes palabras de su sensei no le gustaron nada.

–Tú qué sabes, Aka. Oye, ¡muéstrame ese chidori de nuevo! ¿Cómo lo haces?– se apegado emocionada al chico de Konoha.

Akatsuchi resopló, y Kakashi suspiró cansado, al menos Rin jamás se ponía tan pesada con él como Kurotsuchi, o el resto de las chicas.

El equipo Minato era muy poco armónico, pero debía admitir que Rin jamás le había sido un estorbo, aunque se diera cuenta tarde.

–Oh, Kuro-chan, Aka-chan, Kakashi-kun– escuchó una voz conocida.

Era la madre de Deidara, cargando con las bolsas de la comida y otros menesteres.

–Tsuchikage, Kitsuchi-san– los nativos de la Roca se saludaron –. ¿Cómo les va en su entrenamiento?

–Más que excelente– informó el anciano –. Aunque Akatsuchi debe mejorar.

El chico gruñó avergonzado, despertando una carcajada de cruel burla de parte de su amiga.

–Y Kurotsuchi también si no quiere ser superada por Konoha– advirtió Kitsuchi, logrando que su hija se callara de inmediato y pasara a recelar del poder de Kakashi.

–Hatake Kakashi va excelente. Se alimenta mejor que mis discípulos, por hoy no tenemos más que enseñarles– dictaminó el Tsuchikage, despidiéndose de todos los presentes para irse flotando mientras los niños de Iwagakure comenzaban a hacer escandalo en contra del anciano.

Kitsuchi intentó callarlos, diciéndoles que era hora de regresar cada quien a su hogar, despidiéndose de Kakashi y la madre de Deidara.

–Bien, Kakashi-kun, me alegra que tu entrenamiento haya ido excelente– expresó ella, consciente de que el solitario niño intentaría volver solo al hogar como siempre, incluso si sus caminos coincidían.

Fue sin querer queriendo... (Obidei/Tobidei)❤Where stories live. Discover now