Cuarto Capitulo❣

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–No entiendo por qué estás celoso, hm– rompió el silencio de camino a casa.

Obito lo ignoró, repasando qué tanta atención le había brindado Rin desde que la dejaron en lo de sus padres en comparación a Deidara.

–No tienes oportunidades con ella y lo sabes– prosiguió el rubiecito.

Obito aceleró el paso pisando fuerte, pero enseguida sucumbió a la provocación y se volteó a enfrentarlo.

–¡Dime cuáles son tus intenciones con Rin-chan!– le golpeó el protector de frente de la Roca con el índice, haciéndole retroceder un paso.

–¡Qué estás diciendo!– el rostro de Deidara se volvió como una fresa madura.

–¡Ajá! ¡Lo sabía! ¡Estás colorado!

–¡No es cierto!

–¡¿Te gusta, verdad?!– exclamó llamando la atención de algunas personas que transitaban el lugar, aunque en ese momento nada le importaba demasiado más que desenmascarar las intenciones que esa cara bonita pretendía ocultar.

Deidara le plantó cara y lo empujó con fuerza.

–¡Claro que no!

Obito retrocedió otro paso, y decidió empujarlo a su vez.

–¡No me mientas!

–¡Yo no miento!– Deidara empezó a darle un empujón detrás de otro, no era la primera vez que se enfrentaba a alguien más alto que él –. ¡Tú eres el que se miente, hm!

Obito arrugó completamente su frente, interrogándolo con la mirada.

–Ya vi lo que hace Rin, hm– decidió continuar en un tono normal –. Ella quiere ser ninja médico, ¿sabías eso?

–Claro que sí– se cruzó de brazos, aún disgustado.

–Hoy me estudió a fondo para saber si las cargoseadas de la Habanera Loca habían afectado mi circulación sanguínea y mi sistema de chakra, hm.

–¡No me lo presumas, eso no es nada!– chilló un inseguro Obito.

Deidara se golpeó el protector de frente.

–Te estoy diciendo que Rin sólo se prepara para rendir ese examen especial un día, hm– lo rodeó y siguió su camino, quizás así evitaría contagiarse lo tonto –. Usa a cualquiera de paciente, y no creo que esté mal.

Obito lo alcanzó de un breve trote.

–Claro que no está mal– intentó seguirle la corriente, tratando de olvidar las veces que Rin lo curó –. Pero a mí siempre me ha ayudado mucho.

–Porque eres su amigo, hm– Deidara lo miró muy feo, para enseguida sacudir su cabeza despeinándose un poco. Se arregló el cabello otro poco, muy pronto lo tendría tan largo como el de Rin.

–¡Eso es, que te quede claro!– Obito le tironeó una mejilla, recibiendo un rodillazo en el trasero.

–¡Y sobre todo lo hace porque eres bruto, hm! ¡Bru-to!– estalló Deidara, avanzando al nivel de un arándano azul.

–Oye s-sólo soy un poco distraído– comenzó a apocarse.

–¡No! ¡Eres torpe! ¡Y a ella eso sólo le da lástima y una práctica de paciente, pero actúa más como una madre que como una novia, hm!– gritó a todo pulmón con los ojos cerrados y los puños apretados.

Afortunadamente ya se habían alejado de la ciudad, y estaban en un centenar de metros de naturaleza antes de llegar al barrio Uchiha.

Unas aves se quejaron ante el grito inesperado y otras tantas volaron asustadas a algún árbol cercano antes de que el sol terminara de ponerse.

En el silencio escuchaba la respiración de Obito escalar a resoplidos. Enseguida se sintió mal, y estiró sus manos para tocarlo, pero el moreno se sacudió de él con violencia.

Obito se colocó las antiparras, y en el débil reflejo anaranjado, Deidara pudo distinguir el reflejo de unas lágrimas.

–O-Obi…

Obito se lanzó a correr rumbo a su hogar, dejando a Deidara solo con su arrepentimiento.

Apretó los puños una vez más, temblando, mientras su mentón se arrugaba en un puchereo.

–No te lo quería decir así– murmuró mientras se refregaba los ojos con la manga turquesa aguamarina.























(...)
























Debía aceptar que Obito no iba a hablarle más de lo estrictamente necesario.

Lo intentó algunas veces antes de que la abuela les mandara a dormir, pero como el retraído chico parecía haberse mudo, finalmente se rindió.

Viendo el escritorio de Obito al lado de su actual futón, se dirigió al ver la pluma de halcón y la tinta. Tomó la única hoja arrugada que se encontraba en blanco, y pese a estar tocando sus cosas, Obito seguía sin reaccionar.

Deidara se sentó de cuclillas en el suelo y se preguntó qué podía hacer para mejorar un poco la situación.

Empezó a bocetar sin saber adónde su mano lo dirigiría, cuando el diseño que formó le pareció todo lo que quería decirle y no podía. Enseguida lo remarcó un poco con el cálamo, y dándola vuelta, empapó en tinta el final del vexilo para comenzar a pintar.

Sacó un poco de agua de su cantimplora para aligerar la tinta y enseguida se puso de pie, dirigiéndose al deprimido Uchiha que se encontraba acostado boca arriba en el otro futón.

En silencio, se agachó para dejarle el dibujo en el estómago, y como Obito se negara a abrir los ojos, se volvió para dejar las cosas en su lugar y acostarse.

Al escuchar que Deidara se había acostado, Obito tocó la sábana, descubriendo algo delicado y un poco húmedo. Curioso, tomó el papel y se sentó, prendiendo con un pequeño katon un candelabro que casi se le incendió en el proceso.

En su futón, Deidara se tapó la boca para que su risa no fuera audible.

El peso del enojo en Obito comenzó a diluirse a pasos agigantados al ver entre sus manos una hoja con un corazón alado muy simple. Las alas se llevaban la mayoría de los detalles. Le maravilló la rapidez con la que lo había hecho Deidara, no habría ocupado ni cinco minutos, y la tinta estaba húmeda.

–¿E-es un sumie?– murmuró mientras algo se encogía en su pecho y la garganta se le cargaba de la emoción.

Nota: Sumie es una técnica de dibujo monocromático en tinta negra de la escuela de pintura china.

–Es menos que eso, hm– al menos Obito sonaba interesado –. ¿Qué dices, eh?– se sentó abrazándose a sus pies desnudos, esperando la respuesta.

Obito se imaginó a su corazón siendo libre y, por primera vez, la idea no le asustó.

–Gracias– sonrió levemente. Pero había algo de lo que debía estar seguro.

Estar seguro de que aquello tampoco era por lástima, como sabía lo eran ciertas actitudes de Rin.

–¿Por qué me das esto?

Esa vez, Deidara tardó un buen tiempo en responder, sin levantar la cabeza. Jugó con sus pulgares un buen tiempo, pero no había forma de expresarse sin mostrar cierta vulnerabilidad.

Apretó los labios antes de hablar.

–Porque no quería hablarte así– confesó con timidez.

Obito dejó el dibujo al lado de su cabecera.

–Es molesto a veces, pero me gusta que siempre digas la verdad. Aunque… ya lo sospechaba de todos modos…– agregó cabizbajo.

Deidara levantó la cabeza, animado. Esa fue la primera noche que se desvelaron hablando sin ninguna hostilidad de parte de Obito.
































Hasta el próximo capitulo❤
¿Que les pareció?

Fue sin querer queriendo... (Obidei/Tobidei)❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora