—come—por fin le pude reconocer la voz.

—no lo merezco, soy de lo peor Lisa—a horcajadas me limpio el rostro y veo como sigue con su brazo extendido. Al verla nuevamente veo como lagrimas se le caían de costado y desaparecían en curva por detrás de su oreja. Es la señal de que tengo que comer y dejar de ser una engreída.

—Las dos—abro el empaque con mi boca, ya que la tengo sostenida con el brazo izquierdo, y le alcanzo la barra de cereal. Me niega con el rostro y se inclina hacia mí como si se tratara de un bebe, toma nuevamente la punta del camelbak y empieza a absorber el agua sin parar.

Mientras empiezo a masticar la galleta, levanto el rostro y veo a unos diez metros de nosotras una enorme duna de hielo, como si se tratase de una nube estrellada obstruyendo el camino por donde estábamos bajando. Mi ceño se frunce, giro a la izquierda, arboles semi separados cuesta arriba, giro hacia mi derecha y una pampa de hielo que a unos treinta metros quizá se pierden en lo que parece un abismo.

Después de comer dos de las cuatro galletas que me ofreció, le abro la envoltura de la tercera y se la llevo a la boca. Mientras come, sus ojos no quitan la mirada en mi. «aunque, su rostro esté magullado, y no recuerde como se veía antes, esos grandes ojos color miel, se lleva toda mi atención»

Ni una de las dos dice absolutamente una palabra, siento ambas piernas adormecidas, «mejor para mí»

—si tienes que dejarme para cruzar esa enorme capa de nieve, lo entenderé Lisa, con tal de que vayas a buscar ayuda, yo puedo quedarme aquí—le limpie los rastros de galleta del contorno de esos carnosos labios.

—jamás volvería a dejarte sola...

Lisa se repuso y salió de mi agarre, se sentó con las piernas flexionadas a mi lado, y me ayudó a estirar los míos en posición de noventa grados respecto a mi tronco. Sentí el hormigueo de ambas piernas, y la molestia de la pierna izquierda.

—Rosé...—respiro hondo y luego me tomo de la mano—hasta aquí llegamos.

—yo se que tu puedes, Lisa no te contengas por mi culpa, ¡por favor!

—lo que vez ahí—señaló la duna de hielo— se llama toe, en palabras simples es donde desemboca la avalancha, podría cruzarla sí...

—se que no puedes cargarme, menos subir esa cosa conmigo a cuestas, ¡por eso te digo que me dejes aquí Lisa! Continua tu...

—No tengo el equipo para cruzarla, no traigo conmigo crampones de nieve para poder subir esa pendiente de hielo, con los zapatos y mi propio peso me hundiría en la nieve, y quedaría atrapada o enterrada. Tampoco tengo piolet para subir, el hielo es resbaladizo, quizá con un arnés y un anclaje, me sostendría, pero ni en la cabaña tengo esos equipos. Solo cuento con crampones.

—¡oh!—no sabia que mas decir frente a lo que me decía.

—se que cuando estamos en estas situaciones, se tiene que hacer hasta lo imposible para continuar, pero por mas que pudiera subir un tramo resbalaría, a menos que utilice mis manos y uñas como piolet.

—llegarías con las manos quemadas, definitivamente no.

—seria tentar a la suerte.

—¿este es el único camino? — señalé el monte de nieve.

—Si...veraz podemos subir, el día que te encontré la nieve estaba todavía seca, con los crampones de la cabaña quizá pueda cruzarla. Para ello tendría que recuperar energía, rayos es mi culpa estar así...

—no sabías de esto, no te culpes.

Si sufrió todas estas horas cuesta abajo, peor será cuesta arriba de regreso a la cabaña.

ACCIDENTE FORTUITO [corrigiendo]Where stories live. Discover now