XIV

41 4 6
                                    

La luz que se colaba por la pequeña ventana de la habitación de Midoriya comenzó a calarle en los ojos a Bakugo.

— MIERDA. — dijo el rubio, levantándose rápidamente de la cama. — Mierda, mierda, mierda, mierda-

— ¿Qué sucede Kacchan? — preguntó Midoriya, un poco adormilado aún.

— Son las siete de la mañana. Mi mentor me dijo que debía de estar listo a las 7:30.

— ¡LAS SIETE DE LA MAÑANA! — gritó Izuku, para después levantarse como resorte.

Bakugo rápidamente se miró en el espejo, se peinó, y se limpió un poco la cara. Midoriya, por otro lado, se metió al baño de la habitación a ponerse rápidamente el traje que le habían hecho especialmente para él, —que llevaba en el armario alrededor de dos días— y se peinó un poco. Salió del baño para encontrarse con el rubio tomando la perilla de la habitación, listo para salir de una buena vez.

— Qué lástima verte con ese traje. Pero es bonito, la verdad. — murmuró Bakugo, apreciando por una última vez a la mejor persona que había conocido en su vida. — Como me hubiera gustado conocerte en otras circunstancias, Deku.

— Pienso lo mismo.

El más alto se acercó al contrario para poder darle un último abrazo.

— Me gustas, pecas. Me gustas muchísimo.

Bakugo separó el abrazo por un momento para verlo a los ojos. Estos amenazaban con derramar lágrimas en cualquier momento.

— Quiero que ganes los Juegos, Deku.

— No puedo, Kacchan...

— Claro que puedes. Puedes con esto y más.

— Pero tú-

— No importa. Gana estos Juegos y sigue viviendo tu vida como te la mereces. — Izuku pudo escuchar como la voz del contrario se quebró por un segundo.

— No Kacchan. Tú tienes que ganar, tu familia está en juego, tu honor... — A Midoriya le costaba sacar las palabras de su pecho. — ...Tu vida.

— Yo ya estoy muerto en vida. Si regreso a casa lo único que me esperan son sonrisas y felicitaciones falsas, pero de lo que se alegran es porque salvé su pellejo. — Katsuki limpió unas cuantas lágrimas que se derramaron por la mejilla izquierda del peliverde. — Gana, ¿Sí?

Midoriya no dijo nada. No porque no quisiera, sino porque no podía. Bakugo simplemente caminó hacia la puerta, le dio una última mirada a Izuku, y salió por ésta. Pudo escuchar como las puertas del ascensor se abrían, y, probablemente, Bakugo bajaba por él.

Midoriya salió de su habitación luego de haberse lavado múltiples veces la cara en un intento de que aquellas lágrimas se borraran. Aizawa, que estaba sentado en la mesa del comedor, no se molestó en preguntarle por qué de pronto Bakugo Katsuki había salido de su habitación de la nada, pero sí hizo un comentario.

— No pudiste resistirte, ¿Cierto?

— No.

— Me pasó. — mencionó el hombre mientras le daba un sorbo a la caliente taza de café que tenía en las manos.

— ¿Le pasó?

— Si. — tomó un suspiro antes de comenzar a hablar. Casi no hablaba de él, le resultaba muy difícil recordarlo. — Shirakumo Oboro. Era del Distrito 5. Su don era increíble, podía generar nubes tan densas que podían ser tocadas, incluso transportar cosas, hasta gente. Usando las nubes podía hacer una especie de cortina de humo en la arena, eso le daba muchísima ventaja.

𝚑𝚞𝚗𝚐𝚎𝚛 𝚐𝚊𝚖𝚎𝚜 - 𝚋𝚗𝚑𝚊Where stories live. Discover now