IX

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— ¡QUITA PELO PINCHO! — gritó el rubio, empujando al chico que estaba junto a él en la estación de lanzamiento de hacha.

— Pero tus brazos son increíbles Bakugo. — dijo el tal pelo pincho, mientras miraba atentamente el hacha en las manos del rubio. — Con esa fuerza bien podrías rebanarme el cuello en dos segundos.

— Y créeme que lo haría. — contestó el rubio, mirándolo de reojo. — Si no me lo impidieran las reglas de los entrenamientos tenlo por seguro que lo haría.

El pelirrojo no se apartaba de Katsuki, por más que lo intentara este último. El rubio se estaba comenzando a desesperar, por lo que decidió correrlo de una buena vez.

— ¿Cómo te llamas, cara-mierda? — preguntó Bakugo, amablemente.

— ¡Kirishima Eijiro, del Distrito 5! — gritó, mientras saludaba con su mano derecha al estilo militar.

— Kirishima Eijiro del Distrito 5, me podrías hacer el grandísimo favor de ¡DEJARME EN PAZ!

Al chico de cabello rojo se le iluminó el rostro, como si haber escuchado su nombre del tributo del Distrito 1 le hubiera reiniciado la vida. Se retiró rápidamente y caminó hacia un chico de cabello amarillo intenso y un rayo negro en este. Alcanzó a escuchar como el tal Kirishima le decía a su compañero "¡Creo que ya me aceptó como su amigo, Kaminari!"

— Tsk. — chistó el rubio.

Se disponía a lanzar el hacha hacia la pared de madera que estaba frente a él cuando de pronto vio al peliverde pasar junto a él. Y este ni siquiera se inmutó de su presencia.

— ¿Qué le pasa? — dijo Katsuki en voz baja.

— ¿Qué querías?, ¿Qué te recibiera con un fuerte abrazo después de que irrumpieras en su departamento anoche como un completo acosador?

El cenizo se sobresaltó al escuchar aquella voz de repente junto a él. Era Yaoyorozu, su compañera de Distrito.

— ¿Quién dijo que yo hice eso? — preguntó nervioso el rubio.

— En la noche me levanté por un vaso de agua, y noté que no estabas en tu habitación. — la chica miraba sus uñas, como si hubiera sido algo muy sencillo de descubrir para ella. — Noté que el ascensor estaba en el piso 11. Me quedé en la sala de estar, esperando a que el ascensor se moviera, o algo parecido, pero no pasó absolutamente nada. O bueno, no hasta que el elevador comenzó a bajar y te vi llegar a tu habitación sumamente adormilado.

Algo descubrió Katsuki ese día. Uno de los dones de Yaoyorozu, (además de crear cosas de la nada) es que era sumamente observadora. El rubio después de las conclusiones de la pelinegra no pronunció ni una palabra, o bueno, hasta que la chica lo hizo hablar de nuevo.

— ¿Y?, ¿Qué piensas hacer? — el rubio estaba callado, meditando un poco sus actos de la noche pasada. — Es obvio que gustas de él.

— ¿¡AH!? — gritó el rubio sintiendo como el calor subía a sus mejillas. — ¡Claro que no!

— Di lo que quieras... — dijo la chica, mientras se iba hacia otra dirección. — Solo tú sabes lo que pasa dentro de esa cabeza grande que tienes.

Katsuki no respondió nada ante ese último comentario y la chica solo se fue de una vez por todas de ahí.

Podrías hablarle de nuevo. — decía la conciencia de Bakugo. — Así no se perderá el contacto.

— Calla hombre. — dijo en un murmuro el rubio, en un intento de callar a su conciencia.

Seguro que lo entenderá, anda, inténtalo. — continuaba diciendo su conciencia. — Te aseguro que lo entenderá.

𝚑𝚞𝚗𝚐𝚎𝚛 𝚐𝚊𝚖𝚎𝚜 - 𝚋𝚗𝚑𝚊Where stories live. Discover now