X

50 2 0
                                    

Pasaron las horas y ninguno de los dos había entrenado esa noche. Estuvieron uno junto al otro todo el rato, haciéndose compañía mutua, y la mayoría del tiempo sin decir ni una palabra. Un silencio cómodo se había formado con el paso del tiempo. Ninguno de ellos durmió.

Izuku se levantó de golpe de donde estaba, estirándose un poco luego de hacer esa acción. Sintió como Katsuki retiraba los brazos de sus hombros ya que en un punto de la noche el rubio abandonó por un momento al pecoso para ir por una pequeña frazada a su piso, la pasó sobre su espalda, la posó sobre sus antebrazos, y lo abrazó completamente con ella, gracias a eso no habían pasado frío.

— Amanecerá pronto. — dijo Izuku, rompiendo el profundo silencio. — a la luna le faltan cuatro dedos para bajar, queda una hora para que empiecen los entrenamientos.

— ¿Cómo lo sabes? — preguntó Katsuki, maravillado. — ¿Cómo sabes eso solo con tus dedos?

— Mi padre me lo enseñó. — reveló el peliverde. — Cuando salíamos a cazar.

— Sabes perfectamente que yo podría decir eso a algún agente de la paz y no dudarían ni un momento en asesinarte.

— Me juraste que no dirías nada de lo que te dijera. Eso dañaría tu honor, Kats.

El gesto de Bakugo tembló. Lo había llamado Katsuki, lo dejaba pasar. Pero que lo llamara Kats... Era algo que no sabía que necesitaba hasta que lo escuchó.

— Me voy. — pronunció el peliverde.

Caminó hacia la puerta, dispuesto a irse de una buena vez, enfrentar a Aizawa y a Uraraka después de no haber llegado en toda la noche.

— Ah, Bakugo... — Izuku giró sobre sus talones, para después observarlo a los ojos y notar que estaba de pie un poco más alejado. — Gracias por quedarte conmigo toda la noche, fue muy lindo de tu parte.

— De nada, Deku.

Midoriya se fue, dejando un suspiro en los labios del rubio. Subió al ascensor, bajó al onceavo piso, y entró en él, encontrándose con Aizawa sentado en la sala principal, exactamente en el sofá.

— ¿Dónde carajos estabas? — preguntó intensamente.

— En la azotea, entrenando. — mintió.

— Ni siquiera terminé de hablar contigo.

— Lo sé.

— ¿Puedo terminar ahora, o lo quieres retomar más tarde? — preguntó consideradamente -o tal vez sarcásticamente- el único adulto en la habitación.

Aizawa no había tardado en notar las lágrimas secas que caían sobre las mejillas de Izuku, supo de inmediato que había llorado muchísimo.

— Termine ahora, si quiere.

— Midoriya, háblame de , por favor.

— Está bien. — contestó el menor.

— Se podría saber... ¿Cómo murió tu padre?

— Prométeme que no se lo dirás a nadie. — su mentor puso su mano derecha en su pecho mientras hacía una reverencia, indicando que lo prometía. — Lo asesinaron un día en el que salimos a cazar, pero ahora veo que-

— Esa no fue la única razón por la que lo asesinaron. — continuó Aizawa. — El Capitolio lo tenía en la lista negra desde hace años, y encontrarlo ahí en el bosque, cazando, como tú lo dices, fue un pretexto ideal para acabar con él de una buena vez.

Izuku cerró sus ojos, hace unos días que recordaba ese suceso ya sentía que lo había superado, pero ahora, con la verdad de las cosas, cada que lo recordaba se sentía como una punzada en su corazón.

𝚑𝚞𝚗𝚐𝚎𝚛 𝚐𝚊𝚖𝚎𝚜 - 𝚋𝚗𝚑𝚊Where stories live. Discover now