Capítulo 14

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Llegamos a la cafetería a la que tantas veces habíamos venido con los chicos, Travis estaciona su camioneta y ambos bajamos de ella. Sonrío cuando veo que la camioneta se ve a kilómetros porque es la más grande en toda la acera.

–Si no querías llamar la atención, pues no lo estás haciendo muy bien –digo, él mira hacia la acera y luego su camioneta.

–Bueno, creo que tendré que comprar un auto más pequeño.

–Siempre te gustaron este tipo de camionetas –digo, él asiente y luego me mira.

–Sí, dije que tendría una.

–Sí, lo recuerdo, al final lo cumpliste –digo, pero él niega.

–La primera noche que la tuve, me embriagué en un mirador, porque tú no estabas a mi lado y en ese momento pensé que no lo estarías más.

–¡Travis, podrías haber muerto!

–No, bueno, bebí tanto que me dormí, aunque lo único que amaneció muerto, fue mi cuello –dijo sonriendo, yo moví la cabeza.

–De todas formas no deberías conducir si bebes –digo, él sonríe.

–Lo sé, siempre me decías eso, y esa noche, yo podía escuchar tu voz en mi mente.

–¡Travis, basta! –digo dándome vuelta, él suspira.

–Esta bien, vamos adentro –dice.

Al abrir la puerta de la cafetería, el olor al café y el aire calefaccionado, acarician mis mejillas que aún están un poco frías.

–Sentémonos ahí –me dice apuntando hacia una de las mesas, algo se aprieta en mi pecho al darme cuenta de que esa era nuestra mesa.

Camino hacia ella como si fuera tirada por un lazo invisible.

No creo que mi hilo rojo esté conectada con una mesa, o al menos espero que no.

Desde lo que había pasado aquella vez yo no me había vuelto sentar ahí, dónde había sido nuestra primera cita, donde habíamos compartido tantos momentos. Desde luego era algo que yo debía superar después de todos estos años. Él pidió nuestros cafés favoritos, me sorprendí un poco que él recordará aún mis cosas favoritas pero eso me hacía sentir extrañamente bien.

–¿Aún te gusta ese sabor? –me preguntó–. Porque sino es así, puedo pedir otro que te guste.

–Sí, aún me gusta ese sabor, no te preocupes –digo, él asiente, justo cuando va a abrir la boca, la chica llega con nuestros cafés, él sonríe–. ¡Pero qué buen servicio! Bueno Travis, te escucho –le digo mientras le doy un sorbo a mi café, él suspira y asiente.

–Después de lo que te cuente, probablemente me odies o lo entiendas, sé que me estoy cargando la última oportunidad que podría tener contigo.

–Creo que si quieres que te dé otra oportunidad, debes ser sincero conmigo –le digo, él asiente y le da un trago a su café.

–Lo sé –dice y suspira, Travis me mira fijamente a los ojos–. Cuando íbamos a firmar contrato con la discográfica, el que estaba a cargo de eso me dijo que tenía que dejarte, que yo tenía que estar soltero porque eso atraería más chicas y nos volvería más famosos –dice, yo frunzo el ceño.

–¿Me dejaste por eso?

–No, escucha, le dije que se fuera al demonio, que eso no me importaba, que por ningún motivo iba a dejarte por eso, pero él me dijo que si no lo hacía, entonces no había contrato – dice y toma aire–. Comenzó a decirme que la prensa nos seguiría a todos lados, que no te dejarían tranquila, que te perseguirían y que no podrías ir a la universidad tranquila, siempre iban a haber periodistas que estuvieran sacándote fotos haciendo cualquier cosa. Eso iba a opacar completamente tu experiencia en la universidad, la experiencia que tanto querías disfrutar, ibas a tener la carga de eso, de siempre estar mirando a tus espaldas, viendo lo que los medios dirían de ti y yo no quería eso para ti porque tú eres tan amable, Emma, y te gustaba tu vida tranquila, no podía exponerte a eso. Y por otro lado estaban los chicos, tú sabías lo emocionados que estaban –dice, yo asiento.

Notas del Corazón [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora