Capítulo 33: Demasiados nombres y personas por conocer.

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Demasiados nombres y personas por conocer.

— Todo lo que necesitamos es otra batería. —dijo Glenn saliendo de la tranquilla en la que estaba con total serenidad después de escuchar las quejas de nuestro ex sargento.

La Van se había quedado varada y los chicos estaban sentados en la pista o apoyados en el otro carro, Daryl está arriba del vehículo supervisando que no vinieran caminantes y Glenn junto Abraham intentando buscar una solución. Yo los observaba de pié, justo al lado del padre Gabriel.

— ¿Dónde demonios vamos a encontrar otra batería? —se quejó el pelirrojo.

— Aquí mismo. —Glenn le dió una palmada en el hombro mientras se dirigía a una entrada de la Van.

Lo miré frunciendo el ceño justo cuando sacó una batería de un lugar parecido a una caja de madera.

— ¿Cómo sabías que estaba ahí? —le preguntó el pelirrojo, una mini sonrisa apareció en el rostro de nuestro coreano.

— Vamos. —indicó con un movimiento de cabeza que ingresara a la Van sin intención de contestar la pregunta.

Glenn sacó la batería y se dirigió de nuevo a la tranquilla donde van engranejes, la batería y otras cosas, supongo, lo seguí.

— Pensé que eras repartidor de pizzas antes del apocalípsis. —comenté, Glenn sonrió mientras movía cables y otras cosas.

— Eso era.

— ¿En tus tiempos libres eras mecánico? —pregunté burlona, nego aún sonriendo— ¿Cómo sabías eso?

— Un viejo amigo tenía una Van y me lo enseñó hace unos años atrás. —fruncí el ceño.

— ¿En el apocalípsis? —asintió y volvió a sonreir a medias.

— Su nombre era Dale —me miró—, ese viejo era bastante sabio. Estoy seguro de que te hubiera gustado conocerlo. —sonreí.

Glenn cerró el capot y dió dos golpes al vehículo, segundos después, el sonido de un ruidoso motor, se hizo presente.

— ¡Woho! —se escucharon las porras y unos cuantos aplausos, sonreí y seguí al coreano, que hizo una reverencia ante mi y me hizo pasar al vehículo. Reí.

Me senté y Glenn se puso a mi lado.

— ¿Cómo era? —el coreano frunció su ceño— Dale.

— Era un anciano bastantes decidido y preciso, tenía el don de la palabra, se podría decir. Cada vez que lo veias, podias apreciar su típico reloj, vividí, camisa abierta, sombrero de pesca y sandalias —una sonrisa triste aparecío—. Ese viejo siempre pensaba en todos antes que en él mismo, incluso hasta en los que no lo respetaban —me dedicó una mirada que afirmaba que Daryl era uno de estos últimos—. Recuerdo que teníamos a un chico en el granero, Randall, era como un recluso, la mayoría quería matarlo o abandonarlo en la nada porque su gente era peligrosa... y si nos allaban con él, lo más seguro era que nos mataran y abusaran de las chicas —miró a la nada y asintió—. Dale fué el único que a pesar de eso, estuvo en la defensa del chico, ni siquiera Carol, Carl, Maggie o yo estábamos de acuerdo con él, pero Dale se mantuvo firme en su decisión así nadie lo apoyara —una sonrisa nostálgica apareció—. «El mundo que concíamos desapareció, pero, ¿mantener nuestra humanidad?, esa es una opción.» —soltó la frase y volvió a quedarse mudo con esa sonrisa.

La Van arrancó.

— ¿Cómo murió? —pregunté estando segura de que el hombre ya había fallecido. Glenn quitó su mirada que había tornado a sus manos para mirarme.

¿Dixon?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora