·Capítulo 24·

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Mientras anochecía, Lilith se disponía a caminar hacia el punto de encuentro, donde los presentes compartían tiempo juntos.

-Quiero que llegue la navidad ya -manifestó Marestia mientras apoyaba su cabeza en el hombro de Oriana.

-Opino lo mismo. Ya casi puedo oler al árbol comestible de navidad hiraethino... -manifestó Malkom.

-Ya estaremos cerca, ¿no? Cuando entramos aquí era diciembre, y tampoco creo que llevemos tanto en esta pocilga de sitio -comentó Theo.

-La navidad ya pasó hace tiempo -anunció con seriedad Robert.

-¿Qué es la navidad? -preguntó con una voz tierna Stella.

Marestia, a quién le encantaban los niños, se dirigió a ella para responderle.

-La navidad una de las festividades que compartimos con los Terranos. En ella se decoran árboles, se hacen regalos y se cantan villancicos. En nuestro caso, cantamos el himno de Hiraeth todos los años.

-Que aburrimiento -se quejó Luke.

-Ese himno es más viejo que mi abuela la elfa -expresó Beckett, ganándose una colleja de Marestia-. ¡Auch!

-El himno fue creado hace 451 años, y se ha estado cantando desde entonces -informó Robert.

-¡Ya ha llegado el matemático! Voy a darle un pergamino y que él solito se apañe -dijo vacilón Luke.

-¿Cómo es el himno, Marestia? -preguntó Stella.

Marestia se aclaró la garganta para así poder cantar el himno de Hiraeth.

Entre las montañas, siempre ahí estaba

Nuestro mundo oculto sin investigar.

Muchas criaturas, algunas son dulzuras

Y con otras simplemente, no se puede lidiar.

Hiraeth, Hiraeth

¡Te damos todo nuestro amor!

Ciudades y pueblos,

¡Que siempre quitan el temor!

-Llevamos tanto tiempo aquí que ya no nos acordamos de que estamos en Hiraeth... -comentó Robert.

-Algún día saldremos Robert, mantén la esperanza -apoyó Christine mientras olía las hojas secas que estaban en la tierra del bosque.

-Christine, que asco... -Luke arrugó su nariz. Oyó unos pasos y giró su cabeza para ver de quién se trataba-. ¿Quién es ella?

Por las entrañas del bosque caminaba una chica con aspecto desaliñado, y con una expresión facial que desprendía inseguridad. Era rubia, y su cabello estaba recogido en dos trenzas.

Theo, que estaba allí presente, se giró a ver de quién se trataba.

-La jodida Mary Stevenson.

Mary se cayó al suelo, ya que sus piernas no hacían nada más que temblar. Theo la miró, y no se molestó en ayudarla ni en preocuparse por ella. Le tenía un odio descomunal.

-¿Mary? ¿Estás bien? -se preocupó Beckett.

-Beckett, ¿dónde está tu amiga...? -dijo con voz seria-. Digo... ¡Te quiero tantito Beckett! -cambió su voz flemática a una tierna.

-¡Ay, Beckett casémonos! Que asco de tía... -susurró para sus adentros Theo.

-¡Theo! ¡Cuánto tiempo! -a Theo le parecía todo bastante raro, hasta fingido.

-Hola, Mary...

Beckett se acercó a Theo, y antes de que él pudiese hablar, Theo habló primero.

-Dime que cortaste con ella antes de venir al bosque -dijo Theo con la mirada fría.

-Esto..., yo no... Cómo decirlo... Yo... -Theo le clavó otra mirada de advertencia-. Le prometí que no nos separaríamos nunca -soltó finalmente.

Theo colocó su rostro entre sus manos.

-Y que nos casaríamos después de graduarnos.

-¡Qué te pasa, Beckett! ¿¡Acaso eres un ser unineuronal!?

-¿Uni qué?

-Da igual. Díselo ahora. Dile que lo dejáis y punto -insistió Theo.

-Lo intentaré...

Beckett se acercó a Mary con cuidado. Él veía algo raro en ella. En Mystcal, la pareja solía compartir casi todos sus momentos juntos, y, hasta el momento, no le había dirigido la palabra.

-...y después de que los lobos me atacasen llegué aquí -Mary estaba contando su aventura cuando llegó Beckett-. Oh, hola, cariño.

-Tenemos que hablar, Mary.

Beckett se fijó en que a su novia le estaban apareciendo mechas pelirrojas. «Raro en una rubia natural», pensó.

-Claro que sí... Pero primero necesito que me hagas un favorcito.

-¿Qué quieres? -respondió con resignación.

-¿Me dejarías hablar con tu amiga Lilith?

Beckett suspiró. -¿Desde cuándo me pides permiso para hablar con mis amigas? Que yo sepa no estamos en la antigüedad, donde las mujeres pedían permiso a los hombres para hacer...

-¿Eso es un sí? -insistió Mary.

-Esto..., sí, claro...

-¡Gracias, Beckett! -dijo, y acto seguido le dio la espalda.

-¡Espera! Tengo que contarte algo.

Mary no mostró demasiado interés.

-Mary... Yo he...

Su "novia" bufó.

-He besado a... -Beckett fue interrumpido.

-¡Es Lilith! -exclamó.

Lilith avanzaba con su rostro totalmente enrojecido. Casi no podía moverse. Su mente no podía procesar lo que acababa de pasar con su enemigo/amigo/amante.

Sus amigos y amigas la saludaron con total normalidad, excepto Mary. Ella la perseguía a todos lados, sin importar las circunstancias.

-¿Qué narices quieres Mary? -dijo, harta del incordio de la Sirena.

-Yo..., quería hablar contigo sobre tus poderes.

Lilith se sorprendió, e intentó una cosa. Se concentró y consiguió entrar en los pensamientos de Mary.

«Trata de averiguar lo que te pidió»

La Menry no pudo permanecer más tiempo en su mente, ya que se asustó al saber que podría estar averiguando información confidencial.

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