·Capítulo 9·

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La vida de Malkom no era buena. Estaba aterrado constantemente. Para llegar a su dormitorio corría y corría, como si su vida dependiese de ello. Bien, la razón por la que se sentía de esa manera era porque sufría un gran acoso por parte de Lestan y Trydan. Malkom evitaba caminar por los mismos pasillos que ellos, y esconderse cuando sus clases coincidían.

-¡Eh! ¡Friki de mierda! -Malkom reconoció esa voz. Trydan-. ¡No te escapes!

Malkom comenzó a sudar y a temblar. Sus músculos se tensaron al mismo tiempo.

-¡Nimburg!

Trydan se acercó más y más a Malkom.

Malkomito!

Se acercó hasta que consiguió agarrarle de la mochila y tirarle al suelo.

Las personas en los pasillos eran testigos de la situación, y aún así, nadie hizo nada. Solo compartían sus frías y vacías miradas, que los hacían cómplices, inconscientemente, de Trydan y Lestan.

-Vaya, vaya, ¡parece que Malkomito tiene un cuaderno! Veamos de qué se trata.

Trydan abrió el cuaderno de Malkom, y allí se encontró dibujados múltiples ojos. Estos, eran de distintos colores, de diferente tamaño, con diversas formas, etc.

-Trydan, por favor...

El nombrado por Malkom pasó la página y se encontró algo que lo hizo enfadar.

«Razones por las que Trydan es mala persona. 1- Sus padres lo han malcriado. 2- Abusa de su poder. 3-Tiene miedo a aceptar que debe ir al psicólogo»

Trydan acabó de leer los apuntes del cuaderno. Echó una mirada fulminante a Malkom.

-¿Qué coño es esto, Malkom?

-Yo..., quería...

-¿¡QUIÉN TE CREES PARA ESCRIBIR ESTAS MENTIRAS!?

Trydan pegó múltiples patadas a Malkom, hasta el punto que el agredido comenzó a sangrar por la nariz.

-Trydan..., por...favor... -dijo entre jadeos mientras recibía patadas.

Y pese a que Malkom se estaba desangrando, nadie se alarmó. Miraron, y apartaron sus miradas mientras se decían para ellos mismos: «No es mi problema, no debo hacer nada»

Esta y más situaciones eran las que Malkom Nimburg vivía día a día.

····

Malkom se encontraba en el invernadero de Mystcal, el lugar probablemente más seguro de toda la escuela. Solo se oía el canto de los Aveffim, un sonido que hipnotizaba a cualquier criatura viva.

Al tritón le gustaba estar solo en el invernadero, ya que ninguna persona podía molestarla. Era su lugar secreto, en el cual se sentía seguro e inmune a los abusones de Lestan y Trydan.

Los secuaces de Belladona se encargaban de hacerle la vida imposible al pobre chico. Cada día, los dos Vampiros le insultaban, robaban sus libros y se aprovechaban de su inocencia.

Malkom sabía que debía callar y aguantar la tristeza y angustia que le acompañaban cada día, ya que, si decidía contar lo sucedido, Trydan y Lestan irían a por él, o peor, Belladona podría enterarse.

Mientras el chico hablaba y regaba los girasoles simultáneamente, alguien tocó la puerta. Malkom abrió esta, topándose con el gnomo Rogius, su fiel amigo y compañero.

El gnomo vestía con una pequeña túnica hecha de enredaderas, acompañada de un sombrero rojo con «Agricultor Rogius» bordado en verde, ya que la labor del gnomo era recolectar las semillas que producían las Ninfas del Lago Peryglus para así poder cocinar los famosos platos de Mystcal.

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