—Ten— miro su mano hecha puño, extendida a la altura de mi rostro.

Sus dedos se abren mostrándome una bolita de encaje blanco en su palma.

¡Lo tuvo todo el tiempo!

Levanto mi rostro con los ojos entrecerrados; sin embargo, la imagen que encuentro me quita cualquier sentimiento, se está sobando uno de sus ojos.

¿Cómo hace para verse tan tierno y salvaje a la vez? ¿Caleb... que me estás haciendo?

Tomo mis bragas sintiendo el cambio en mi ritmo cardiaco.

—¿Qué pasa?— pregunta.

—Nada— quito importancia.

Igual no puedo moverme sabiendo que sigo desnuda en la parte más importante.

—Bien— ruego para que deje de observarme así. Hasta sus ojos soñolientos son hermosos. —Supongo que quieres que me vaya.

—Es tu departamento— señalo. —Y no, no quiero que te vayas— pero...

—Pero quieres que te deje para que te vistas— me lee la mente.

No lo niego.

Bosteza.

—Puedo hacer eso— me da un beso que apenas tocan mis labios. —Solo debes decirlo.

Quedo perpleja con Caleb levantándose y entrando en su baño. Volteo incapaz de entender a este chico. Él claramente me entiende mejor yo misma. Rápidamente, me coloco de pie y empiezo a vestirme, recojo mi short.

No tengo tiempo de volver a mi departamento, pero aún tengo el jogger.

No pasa mucho para que Caleb salga recién bañado, me quedo muda ante la vista, son las gotas que traen su cuerpo o la cadena que lleva puesto al rededor de su cuello.

—¿Me queda bien?— pregunta.

Él sabe la respuesta, pero aun así hace que me ruborice. Evito ver más abajo de su pecho, necesito moverme o nunca voy a salir de aquí, no tengo tiempo para distracciones. Ni siquiera de las buenas.

En el auto, recibo sus miradas mientras conduzco. Hemos salido juntos a pesar que él no tiene clases hasta más tarde. —¿Tengo algo en la cara?— estoy consciente que me arregle de prisa.

—Para nada. Te ves más radiante que nunca.

Ok. Recibir halagos no es lo mío.

—Me harás poner nerviosa— apreto el volante, concentrándome en la autopista.

—Dijiste que nada podría distraerte conduciendo— buen punto. Pero eso fue antes de que un pelinegro de ojos hermosos me estuviera viendo. —¿Te distraigo?

¡Si! Me estás mirando con esos ojos tan...

El claxon de un auto me hace saltar. Caleb se abalanza lo suficiente para mover el timón escapando de cualquier impacto.

—Cuidado, loca. No hemos procreado aún.

Mis mejillas se tiñen de un rojo que logro ver desde mi espejo retrovisor. Hasta el cuello se me ha puesto así.

—A decir verdad nos falta dar el paso vital para eso. ¿No crees?

¡Basta!¡No volveré a conducir con Caleb a mi lado!.

(...)

Corro todo lo que me permite mis piernas, llevo diez minutos tarde, doblo dos esquinas y para la última tropo un poco más despacio. La puerta está abierta, lo que quiere decir que no me quedaré afuera.

CUANDO TE VUELVA A VER [AMORES #1]Where stories live. Discover now