Capitulo 24: Un nuevo placer para Afrodita

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Mikhail se detiene inmovilizandose en mi interior. Lo he empapado en no sé que de lo que ha expulsado mi cuerpo. Me cubro el rostro con las manos de la pena. Mikhail no parece darle mucha importancia y me destapa el rostro. Besa mis labios con avidez y masculla insitante.

— Ahora me toca a mi señorita McMillan

Su comentario me confunde. Mas de lo que me acaba de ocurrir. Siento pena. Una pena horrible. Estoy empapada en mis propios fluidos. Entra y sale de mi con rapidez sujetandome de la nuca recitando palabras excitantes y diciéndome una y otra vez lo mucho que me desea. Se inmoviliza tensandose sobre mi cuerpo y eyaculando en mi interior, suelta gruñidos salvajes y sensuales.  Vuelvo a sentir ese liquido salir de mí, pero esta vez en menor abundancia. Aun así, corre por mis piernas. Ambos tiritamos y se tumba sobre mi soltando un suspiro exhausto.

— Joder Meg, ¿Qué me has hecho?

Abrazo su cuerpo y acaricio su espalda. Por unos largos minutos acaricio todo lo que es él mientras su nariz aspira el olor de mi cabello. Amanda y Sergey se tumban en la cama justo al lado de la nuestra extasiados. Así que de esto se trata el intercambiar parejas, nunca pensé que sería capaz de hacerlo. Esta noche he comprobado que me ha gustado. Y mucho.

****

Entro con Amanda al baño del reservado. Amanda no tarda en preguntar mientras se mete a duchar.

— ¿Que tal la experiencia?

Tartamudeo

— Bien, supongo ¿Por que?

Sonríe mientras lava su cabello con una sonrisa en su rostro

— Pregunto porque cuando íbamos a intercambiar parejas tu rostro solo tenia puros celos.

— Es que nunca había hecho algo parecido. No me parecía lógico entregarle mi pareja a otra mujer para tener sexo mientras yo les observaba — Sonrio entrando a la otra ducha— Ahora se que es algo muy excitante y morboso, y ambas cosas me encantan.

— Pues hasta que en algo nos parecemos — Señala Amanda

— Ahora entiendo porque Mikhail te trae como te trae

Arqueo una ceja patidifusa

— ¿En que sentido?

— Uff, pues en el tamaño de su pene es alucinante. — Curva la comisura divertida — Vale, aunque el único que me enloquece y logra domarme, es el de mi Sergey.

Seguimos hablando mientras nos duchamos y por dentro siento aun pena por lo que ha pasado hace un rato. No quiero verlo a la cara. Moriría de la vergüenza. Salgo de la ducha y me seco con una toalla enorme. Vuelvo a ponerme el vestido holgado color lila..., sin bragas, para variar.  Amanda se me ha adelantado y sale del cuarto de baño. Me hago una coleta y me miro al espejo. Debo ser una total novata en esto de los juegos morbosos sexuales. Aun no logro entender lo que allá en la cama me ocurrió. Solo sé que no he disfrutado tanto un orgasmo como este último. ¡Megan, no seas cobarde! Salgo de la habitación y para mi sorpresa ya nuestros galanes ya están vestidos tomando una copa de champaña hablando entre si. Mikhail al verme salir del cuarto de baño se levanta del diván acercándose. Bajo la mirada en segundos. Levanta mi mirada con delicadeza obligándome a mirar sus azules y ya me veo toda rojiza. Curva la comisura

— ¿Todo bien? — Pregunta besando mis labios con sutileza

— Si, todo bien — Respondo ruborizada

Luego de charlar un poco y sentirme algo fuera de lugar dejamos el club donde ya me veo viniendo un par de veces mas. Subimos al coche y esta vez Sergey maneja y Amanda va en el copiloto, mientras Mikhail y yo vamos en la parte de atrás. Miro el reloj, son poco mas de las cuatro de la mañana, el tiempo se ha ido volando. Sergey inicia una conversación entre los tres quedando yo excluida por decisión propia, hablan de temas que yo ni al caso. Miro tras la ventana y de solo pensar en lo que me ha pasado me ruborizo y siento que he espantado a Mikhail. Reposo mi cabeza sobre el vidrio de la puerta del coche y cierro los ojos. Solo quiero que la tierra me trague. No puedo evitar la vergüenza, definitivamente, no puedo.

Tuya Cuando Quieras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora