capítulo 13

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De nuevo llegó otra canasta, estoy harta de eso ni siquiera sé qué hacer con tanta comida, son cosas que solo se comen de vez en cuando, gustos de una vez al mes, porque de por sí son muy empalagosas y poco nutritivas, con la excepción del queso, podría comer queso toda mi vida. Es curioso, estas canastas siempre tienen cosas que me encantan o que suelo comer en ocasiones especiales: quesos, carnes frías, jaleas... siempre de mis sabores favoritos o de variedades específicas, incluyendo marcas que me gustan por sobre las demás. Cómo se dan cuenta pese a mi negativa por estar en aquel colegio de señoritas, algo de niña pseudo ricachona si me quedé. Mis gustos al comer son una prueba de que soy una hija de papi y mami en el fondo... a veces incluso me doy asco.

Sea como fuese, hoy es sábado y Raque me invitó a las residencias estudiantiles, ella vive ahí junto con los chicos que viven lejos. Se preguntarán porque no vivo ahí. Bueno, técnicamente yo no vivía lejos de la escuela, además soy emancipada, por último, los trámites son un caos, tenía que pedir la residencia al menos un mes antes de entrar a clases y yo apenas si tuve tiempo para presentar la matrícula completa, al principio me dio miedo no estar en las listas de clase, pero aparezco en todos los registros de la escuela, así que estoy en paz con eso por ahora. ¡Rayos! Estoy divagando, hablar tanto con Vic me ha hecho mal.

Iba a visitarla porque quería que le ayudara con un guion y luego teníamos la actividad de las películas de Ghibli, así que después de desayunar ligero, me bañé, vestí, tomé la canasta y me la llevé hacia la residencia.

Cuando llegué vi el edificio, cada cuarto tenía su balcón y la fachada estaba rematada con un pórtico sostenido por columnas de estilo griego.

Entré y le dije al portero que venía a ver a Raquel, me hizo firmar una hoja de visita y me indicó en qué dormitorio dormía.

Toqué la puerta y la pequeña y delicada jovencita con lentes redondos y esta vez el cabello trenzado en una sola y larga trenza con el fleco enmarcado perfectamente su cara.

—Uuuuh, bonito peinado te sienta muy bien querida —sonreí alegremente—. Traje comida. ¿Quieres? —dije enseñando la canasta.

—¡Hola Lau! Por supuesto que quiero —susurró—, tengo mucha hambre, no he tenido tiempo de desayunar, dejé mis tareas para último momento. Ven pasa.

El cuarto tenía un camarote con un par de escritorios y un televisor. Era pequeño, pero bastaba para dos chicas eso sí, tal vez le haga falta un baño. Tenían uno compartido al final del pasillo y un comedor en cada piso, eran cuatro.

—Tendremos que ir al comedor, se molestaran con nosotros si comemos aquí.

Yo no podía dejar de verla con ternura, todo era con rosa brillos y arcoíris en su habitación casi pareciese que no había alguien más.

—¿Oye y tú compañera? —camino hacia la puerta de nuevo—. Pensé que tenías una.

—Si, salió poco antes de que llegaras, pasará el día con su novio, me dijo que irían al cine y al kartódromo.

—¿Pero no decora su lado del cuarto?

—¿De qué hablas? —devolvió la pregunta—. Todo esto es de ella...

—¿En serio? —dije mientras cerraba su cuarto con llave—. No sé, todo ahí dentro me parecía muy tu.

—¿Bromeas? —rio—. Es demasiado rosa para mí, me gusta más el negro. Tengo posters en mi camarote de mis películas favoritas, tal vez no los viste porque están arriba.

—¿Duermes arriba? —estaba muy sorprendida.

—Si, me gusta ahí arriba, es más tranquilo. Por suerte estos camarotes no se mueven mucho, así que puedo dormir en paz.

Laura(borrador)Where stories live. Discover now