capítulo 11

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Hoy es domingo 10 de abril, quedé con Jime en que iría al estreno de su obra de teatro. Según tengo entendido llevaba todo el verano practicando, es una reinterpretación de las ranas de Aristófanes... Si lo sé, ver a un autor griego hoy en día no es muy común. Quisiera conocer al director de esta puesta en escena, debe ser todo un personaje.

Antes de cualquier otra cosa debo dejar mi casa bien limpia y mi ropa lavada y seca, quedé con Gabriel de que vendría por mí a las dos de la tarde. Así que me levanté por ahí de las ocho de la mañana y de nuevo escuché tocar la puerta... otra canasta. ¡Por el amor a Dios! Ya me estoy impacientando. Por supuesto que agradezco los regalos, me han ayudado un poco a mantenerme y así. Pero necesito saber quién me los da, no puedo permitir que lo siga haciendo.

Luego de meter la canasta al apartamento, bajé con toda la ropa incluida la de cama a la lavandería, me topé con Mercedes de camino y me saludó siempre alegre.

—Vaya, pero si es nuestra Laura —dijo con la canasta de ropa sucia—. Teníamos mucho sin verte querida.

—Perdónenme por favor —respondí sonriendo—. He estado algo ocupada con la escuela y con el trabajo.

—¿Has estado comiendo bien? —preguntó seriamente mientras caminábamos hacia la lavandería—. Debes comer bastante, si no te enfermarás.

—Sí señora, he estado comiendo todas las comidas —respondí—. ¿Dónde está Luisa?

—La vieja gruñona está con su familia un tiempo, al parecer una de sus hijas acaba de tener un bebé —respondió sonriendo—. Estaba emocionada cuando recibió la noticia, tomó el primer tren que encontró hacia donde vivía su hija.

—¿Un tren? —pregunté con sorpresa.

—Lo mismo pensé yo querida, pero al parecer odia volar. No sabía que los trenes de larga distancia siguieran existiendo.

—¿Entonces estás sola? —pregunté con pesar. Con el trabajo y la escuela me había olvidado de saludar a mis dos amigas—. Si te sientes sola, puedes venir a saludar los fines de semana, podemos desayunar juntas.

—Claro, será un placer mientras no te haga perder mucho tiempo, veo que últimamente estás de acá para allá.

Era cierto, en el trabajo las cosas estaban de locos, el gerente se resfrío y quince días enteros le rogó a Mariana que lo sustituyera en la administración. El jefe me dijo que me dejaría a mí, pero que por mi edad no era conveniente. Así que he estado trabajando de más, en la escuela se acercan los exámenes... lo peor es que no había caído en cuenta en ese detalle hasta que me puse a pensar en qué estado tan ocupada últimamente. Sin mencionar mis labores domésticas y mis actividades sociales... ahora resulta que estoy acostumbrada a hacer todo eso a ojo cerrado y en febrero apenas podía hacer malabares con todo.

—En absoluto, tengo que contarte muchas cosas que han pasado últimamente—respondí sonriendo—. De hecho, hoy llegó otra canasta—concluí frunciendo el ceño.

—¿Cuántas van ya querida?

—Con esta van ocho desde febrero, ya me estoy empezando a cansar si soy sincera—respondí con desdén. No sé qué hacer con todas ellas, es demasiado para mí aunque deje de hacer la compra.

—¡Ocho! —exclamó con sorpresa—. Esperaba como mucho dos más desde la última que nos compartiste.

—Quien sea que esté gastando tanto dinero en mí está haciendo que me canse de él.

Luego seguimos conversando un buen rato hasta terminar de lavar ropa... de verdad tengo que averiguar quién me envía esas canastas. No lo entiendo. ¿Por qué alguien querría mandarme cosas sin que yo sepa quién es?

Laura(borrador)Där berättelser lever. Upptäck nu