–– ¡Dije que te reto a un duelo!––
— ¡Tobio, cállate!—
— ¿Crees que porque soy de ciudad no sé disparar?—
— No, ni siquiera sé de dónde eres. Pero quiero acabar contigo, frente a todo el pueblo.¡Quiero que dejes en paz a Shoyo!—
— Tobio, ésto es una locura, no era necesario llegar a tal punto— insistía Shoyo.
— El sábado al mediodía. Entonces volveré a casa cubierto de buena suerte después de haber ganado—
— ¡Bien!—
— ¡No! No está bien, ¡Por supuesto que no está bien!—
Después de que Atsumu saliera, cerrándo la puerta más fuerte que las pisadas de Shiro, Tobio cayó sentado en el sofá. Al escuchar el sonido, Shoyo se arrodilló frente a él.
— Tobio, esto está mal. Ese loco va a matarte—
— No lo hará si disparo primero, pero...—
— Pero, ¿Qué?—
— No sé...—
— Lo siento, no escuché bien—
— Disparar. No sé... usar armas—
Tobio tapó su cara. Se le caía de vergüenza.
Shoyo en cambio empezó a reír, poco después a llorar y más tarde ambos a la vez.
— Estas demente, Tobio. No me cabe duda—
— ¡Yo no soy el que ríe y llora a la vez!—
— ¡¿Y qué quieres que haga?!, Tienes hasta el sábado para aprender a disparar ¡disparar precisamente!—
Suspiró y después recordó ese momento.
— Tu sabes manejar armas, ¿No?, Recuerdo que me apuntaste con una—
— Si, pero sólo sé usar esa. No soy un experto, y eso es lo que necesitas para aprender en tan poco tiempo—
— ¿Y Yamaguchi?—
— Tadashi es bueno, pero... — Levantó el dedo índice en el aire— ¡Conozco a alguien mucho mejor!, Si, Tobio, sé quién puede enseñarte a disparar como un genio para antes del sábado—Minutos después, de alguna manera terminaron delante de la posada de Kenma.
— Este tipo se la pasaba en duelos— explicó Shoyo, mirando a Tobio con una sonrisa mientras apuntaba el lugar — Y no recuerdo uno en el que haya perdido. Pero un día simplemente dejó de hacerlo. Sólo sé que vive aquí—
— Si, ya sé de quién me hablas, pero su cara no dice "sé disparar" por ninguna parte— y avanzó con Shoyo detrás él.
— Hey, toca la puerta antes de entrar—
— No te preocupes, estoy viviendo aquí—
Shoyo quedó sin palabras y siguió a Tobio dentro. Para sus ojos el lugar era aterrador, oscuro y frío. Los techos eran muy altos y sólo habían tres ventanas, con una sola puerta con función de entrada y salida.
— Si trajiste al pecoso otra vez, los hecho a los tres, incluyendo a Huracán— escucharon detrás de ellos.
Kenma entraba por la puerta con una gran bolsa de harina entre los brazos. Que cayó al suelo cuando cruzó su mirada con la de Shoyo.
— Si piensas secuestrarlo, no quiero tener nada que ver— dijo en dirección a Tobio.
— ¿Sabés disparar?, Kenma—
— No— levantó su bolsa y siguió hasta la cocina que estaba perfectamente a la vista.
Shoyo lo siguió, quedándose a su espalda.
— Tu eres Kodzuken. Bueno, así te llamaban cuando aparecías para los duelos. Eras muy admirado porque a pesar de disparar primero jamás lo hacías para matar, ¿Qué te pasó?, ¿Por qué desapareciste?—
Se volteó un poco, dejando a Shoyo ver sus ojos, que aunque siguieran en la obscuridad, brillaban en un dorado intenso.
— Justo por eso, rompí mi propio nombre, las personas comenzaron a odiarme. Dejó de ser divertido—
Tobio escuchaba la conversación unos metros más atrás, pero también se sintió curioso.
— Pero yo jamás lo supe. Así que, al menos yo no te odio—
De pronto, Kenma comenzó a reír, cada vez más y más fuerte, contagiando su risa a Tobio, que se acercó unos pasos más.
— Yo también quisiera saber qué pasó con Kodzuken—
— No quiero contarlo, perderé al único fan que me queda—
— No, no lo harás, es más, Tobio también será tu fan si nos dices—
— Si ese es el caso... Está bien. Fué en mi penúltimo duelo, después de ganar se me acercó un chico, me retó para el dia siguiente. Yo fuí como prometí y a la hora de disparar, él lo hizo primero y me dió aquí— levantó su remera para mostrar una cicatriz cinco dedos debajo de la axila izquierda — yo perdí el equilibrio, y apreté el gatillo al mismo tiempo que su bala me dió. Mi bala terminó en su garganta o en alguna parte de su cuello. Recuerdo que sangró muchísimo. Todos corrieron hacia él, y yo también estaba herido. No tuve más remedio que volver a casa y curarme solo—
— ¿Lo mataste?—
— Ni idea. Pero supuse que si. Las pocas veces que salí de aquí después de eso, las personas me miraban con recelo, y jamás volví a ver al chico. Ahora que lo pienso, nunca supe su nombre, o como lucía, llevaba un sombrero que cubría su cabello y casi toda su cara—
— Me pregunto quién podría ser—
— ¿Imaginas que fuera Yamaguchi?—
— Imposible, recuerdo que Tadashi viajó ese día, no fuí a ver aquel duelo de Kodzuken porque estaba triste—
Tobio jamás su hubiera imaginado que detrás de ese rarito amante del té hubiera un sujeto peligroso y reconocido por su manejo con las armas. Pero entonces recordó a qué fué en primer lugar.
— Tu historia de verdad me conmovió, ahora, ¿Me enseñas a disparar?—
Kenma suspiró pesado— ¿Contra quién?— Conocía a Tobio como si fueran hermanos separados de pequeños.
— Miya Atsumu— respondió Shoyo.
— ¿Retó a tu manager?, ¿No lo iban a sobornar?—
— Si, pero resultó ser un dolor en el trasero, peor que Shiro— se dió cuenta— ¡Lo siento Shoyo!, a veces olvido que ese sujeto es tu papá—
— Tranquilo, no me ofende—
Kenma pensó un poco. Tobio ya estaba metido en el problema, aunque no tuviera idea. Y si Tobio moría entonces él ya no tendría más risas, además Shoyo volvería a estar sólo. Sus vidas volverían a ser tan aburridas como antes. No quería eso, para nada.
— Tobio—
— Te escucho—
— Para los duelos siempre vas a elegir armas livianas, ligeras, pero de alto rango y mucha distancia— hizo un gesto con la mano de que lo siguiera — La mayoría de veces la distancia entre los enfrentados son medidas por las cuadras, pero aquí las cuadras son largas, por lo que normalmente tomábamos entre 70 a 80 metros. Igual que tú, ese tipo no es de aquí, así que buscará alguien que le diga lo mismo que te estoy diciendo ahora. Pero...— se detuvo delante de un armario polvoriento. Tobio también se frenó y Shoyo que venía detrás de él chocó contra su espalda — Si aceptó un duelo contigo, significa que si sabe disparar. Tranquilamente pudo haberse negado, y es manager, lo que significa que no puede ser tan idiota como para morir por su orgullo de mierda—
Abrió el armario, dejando a la luz su colección. No de juguetes, o libros, sino de armas. Distintos diseños, calibres y marcas.
Los ojos de Shoyo y Tobio brillaron gracias al reflejo reluciente de las armas en perfecto estado. Kenma tomó una de ellas, una cajita de balas y volvió a cerrar su cofre del tesoro.
— Todo este tiempo, estuve viviendo con un tipo que guarda algo como eso— Soltó Tobio, asustado y sorprendido.
— Tener un armario con armas es normal aquí, pero el de casa no tiene tantas. Sólo ocho de papá, una mía y dos de Tadashi—
— ¿Normal?, ¿Dices que no hay tantas en su casa?—
Salieron afuera, abrazados por la fresca noche y miraron a Kenma acomodar unas latas sobre piedras. Cuando volvió hacia ellos se puso en el medio, cargó la pequeña pistola y -pam- hizo volar a la lata del extremo izquierdo.
— Tch, quería darle a la del medio— se quejó, luego miró a Tobio.
— Te dije que fueras por el niño cantante y que vivieras mucho. Me aseguraré de no lucir como un idiota, y te haré ganar este duelo—
Tobio sonrió — Gracias, Kenma—

YOU ARE READING
Our song
FanfictionMúsica country, armas, un pueblo dejado en el olvido y Tobio tratando de atrapar el corazón con la voz más bonita del mundo.