De golpe, un fuerte viento cayó. Voló el polvo, las hojas y también sombreros, menos el de Tobio. Su sombrero y coraje no tenían intención de irse, hacía falta más que un simple viento y un rubio teñido para derribarlos, y para vencer a Tobio.
El cielo se hacía cada vez más oscuro, los animales buscaban refugio y las agujas avanzaban segundo a segundo hasta el mediodía, la hora del primer disparo.Apareció el sheriff, previamente avisado sobre el encuentro. Tobio se vió confundido, cosa que Kenma notó.
Atrajo a Tobio con una mano sobre el hombro –– El sheriff debe estar presente para ser un mediador, también se asegura de la justicia durante el duelo–– Avisó Kenma, susurrando.
— ¿Iré a prisión si hago algo mal?—
— Por supuesto que si—El sheriff llamó a ambos con una señal de su manos. Atsumu y Tobio se acercaron.
— Un gusto conocerlos caballeros— Saludó, simpático.
Los otros respondieron con un movimiento de cabeza.
— Mi nombre es Daichi, pero prefiero que me llamen Sheriff Sawamura— Levantó una mano — Ya sé sus nombres, no es necesario— dijo, anticipando a los otros que también querían presentarse.
— Ahora, pistolas— pidió.
Los dos mostraron sus pistolas.
— Bien—
Las guardaron.
— Por favor, espalda a espalda, en el centro frente a mi, ya—
— ¡¿Ya?!— Cuestionó Tobio.
Daichi apuntó el reloj, que marcaba las 11:57. Tobio abrió la boca de incredulidad al verlo.
— Realmente está pasando — pensó, y obedeció a lo pedido antes.Como Daichi había marcado, ambos estaban de espaldas al otro, en los ojos de todos los videntes. En los ojos de Shoyo, pero él no en los ojos de Tobio, porque él estaba mirando el piso.
— Yo no quería llegar a esto, ¿Sabes?— empezó Atsumu.
— ¿Y por qué aceptaste el reto?— Devolvió Tobio.
— Porque soy bueno con las pistolas. No me costará nada. Sólo debo disparar y seguir por lo que vine.—
— Yo no... no quiero matarte.—
— Ah, qué lástima...—
— Serán quince pasos...— Anunció Daichi.
Tobio tragó una buena bocanada de aire.
—... Yo si— Terminó Atsumu.
El contador empezó: Uno, dos, tres pasos y el reloj ya no estaba a la vista de ninguno de los dos. Cuatro, cinco, seis pasos y Tobio tenía miedo. Siete, ocho, nueve pasos y levantó la mirada, vió a Shoyo, " Tú puedes" leyó en sus labios. Diez, once, doce pasos y se sintió invencible. Trece, catorce y quince pasos, pararon a la espera del canto del reloj.Kenma aconsejó a Tobio una y mil veces. “No te distraigas por nada del mundo cuando estés en la arena” le repitió. Pero ahí, sin saber en qué momento sonaría la señal, sin saber si saldría vivo, quiso ver al menos una última vez eso que lo metió allí. Y también pensó en el otro lado de la moneda, quizá saldría vivo con una buena motivación.
Giró su cabeza unos ochenta grados, suficiente y vió a Shoyo, a más de veinte metros de su lado derecho.
Kenma también estaba ahí, gritándole que se concentre, pero era inútil. Tobio no oía nada.El primer día que llegó, Karasuno fué un poco duro con él, antes de llegar otras personas le advirtieron sobre el lugar, pero cuando conoció a Shoyo, dijo, a Kenma “Este lugar no es tan malo”. Incluso ahí, en un duelo a muerte, se sintió en paz, como si hubiera hecho todo bien después de cometer millones de errores, porque Shoyo estaba allí, tapando su boca con ambas manos, preso de la ansiedad, por eso Tobi sólo podía ver sus ojos, aún a lo lejos. Pero gracias a esto Tobio volvió a poner los pies sobre la tierra, cuando los ojos de Shoyo volaron de él hacia el reloj.
Tobio pensó — Es ahora— y como si hubiera oído el choque del aire dentro de la campana, la úvula a punto de chocar.Fué tan rápido que para cuando Atsumu oyó el sonido, Tobio ya empuñó su arma y disparó. Sonido perfecto, buen equilibrio y la bala viajando en el vuelo más corto del mundo.
Dió donde quería, en ese patético sombrero bordo. Pero Atsumu no quería perder, a pesar de haberlo hecho. No se detuvo y disparó.
Con el primer disparo el público festejó, pero con el segundo todos se oyeron aterrados.
El pánico se apoderó del lugar, acompañado por la lluvia que finalmente cayó, mojando a Atsumu mientras era inmovilizado por el sheriff, y mojando al cuerpo de Tobio, tirado en el suelo.
Pero Shoyo fué más rápido que la lluvia. En cuanto el segundo disparo llegó a sus oídos, sus piernas se movieron solas y corrieron hacia Tobio. Se arrodilló a su lado, pero para su sorpresa encontró a Tobio con los ojos abiertos, viéndolos a él, azules como un cielo en noche de luna llena.
— ¿Dónde te dió?— Preguntó Shoyo.
— ¿Qué?—
— ¡¿Dónde te disparó?!, ¡Sordo!— Empezó a desesperarse de miedo y rabia.
— Ah, mi pecho. Sentí un fuerte golpe en mi pecho— Se tocó en el sitio que dolía.

ČTEŠ
Our song
FanfikceMúsica country, armas, un pueblo dejado en el olvido y Tobio tratando de atrapar el corazón con la voz más bonita del mundo.