Epílogo

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"Y de las cicatrices de su espalda, le nacieron alas".

Anónimo.

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El sonido de las llaves causó aquella sensación tranquilizadora que desataba sus ilusiones por verlo cruzar la puerta, esa misma emoción que le hacía cerrar los ojos y esperar con una sonrisa, siempre con una sonrisa.

Había transcurrido un año desde que estaban juntos y Harry nunca en su vida imaginó que la felicidad fuera real y duradera, por lo menos para él pero; era innegable que la versión de sí mismo mejoró desde que estaban juntos.

Louis era la razón por la que Harry era tan feliz.

Por supuesto trabajó en sí mismo pero es que Louis fue el hombre que abrió tantas puerta y todas conducían a la felicidad, desde el primer momento, se convirtió en el hombre que le recordó que estaba vivo y le dio ese impulso a querer vivir en lugar de sobrevivir.

En medio de todas aquellas semanas de locura y un vaivén desenfrenado de gritos, golpes y un desamor que lo llevó al borde, cuando Louis lo encontró se convirtió en su balance, el punto que lo equilibraba.

Aquella conexión brutal que tuvieron se reinició en cuanto se reencontraron y así había permanecido desde entonces. Con el paso de los días se volvieron la combinación exacta entre el amor y la pasión, las risas y mordidas de amor, los abrazos cálidos y el fuego que los consumía debajo de las sábanas, simplemente su amor era una lección de vida, nunca fue egoísta sino generoso, dando libertad y sentido de pertenencia a la vez, impulsando al otro a lograr sus propios objetivos.

—Amor, llegué, estoy en casa.

Eran unas simples palabras para cualquiera pero; para Harry significaba todo. Louis le estaba dando el mundo con un simple aviso. Jamás olvidó aquella tarde cuando el rizado le confesó que nunca antes había tenido a alguien a quien esperar y que un juego de llaves girando el picaporte era algo que anhelaba vivir, y Louis se lo dio.

—¡Llegaste! —Harry se abalanzó como siempre, sintiendo el abrumador anhelo de caricias.

—Cielos, parece que me extrañaste.

Y Harry se sonrió frente a él, sin poder soltarlo. Lo buscaba con ansias, rayando en la desesperación, no porque estuviera necesitado, sino porque estaba enamorado.

—Tardaste demasiado —se acurrucó en su pecho mientras Louis lo envolvía y dejó un puñado de besos regados por su cuello hasta llegar a su boca.

—¿Estás diciendo que me extrañaste? ¿hmm?

—Sí. La próxima vez iré contigo, no quiero a Sam rondándote.

—Pero mi Sol, tú decidiste quedarte. Además, Sam es solo mi asistente, tú eres mi novio. Hay una enorme diferencia.

—Aún así, él no me gusta.

—Eso es muy afortunado para mí ¿qué haría yo si él te gustara?

—¡Tonto!

—Precioso...

—Me debes muchas cosas.

—¿Cómo qué?

—Como esto...—Harry enterró su boca sobre el cuello de Louis a la par que llevaba su mano hasta la gabardina para deshacerse de ella e inmediatamente comenzó a desabrochar los botones de la camisa —y esto —la piel del castaño era completamente tersa, dorada y el aroma que desprendía tan esplendorosamente estaba llevando a Harry al éxtasis, besó de nuevo su boca con ahínco y demandó la apertura para su propia lengua —también esto —su corazón estaba agitado y su deseo ya se colaba por cada poro que lo tocaba.

"Las tardes con Arthur"Where stories live. Discover now