—He escuchado que un rey no se arrodilla ante nadie y tú lo has hecho dos veces en esta noche —me frunce el ceño, sin embargo, no contesta de inmediato. Termina de ponerme la ropa y queda entre mis piernas.

Su mano adornada con diferentes anillos, aparta un mechón de mi cabello que estaba en mi rostro y acaricia con lentitud mi mejilla.

—Es cierto, pero tú no eres nadie, Kaela. Lo eres todo.

Sonríe de lado, la diversión y seriedad brillan en sus ojos cuando ve que me quedo sin palabras.

Carraspeo y trato de alejarme, aunque él no lo permite.

—Ahora vas a alimentarte, te encuentras débil.

—No es necesario, yo…

—Sin objeciones, tienes varios días que no te alimentas, debes de estar fuerte —insiste. Con sus propios colmillos abre una herida en su muñeca y la acerca a mi boca —. Bebe antes de que cierre.

Se me hizo inevitable resistirme, el aroma de su sangre es intenso. Mis ojos cambian de color y mi garganta arde de anticipación. Mis colmillos rozan mi labio inferior y pego su muñeca a mi boca.

La primera gota que tocó mi lengua me golpeó de forma intensa. Tuvo que sujetarme para no caer, si el cielo tuviera algún sabor sería este. La sangre fluye por mi garganta, relajando mi cuerpo como si fuera algún sedante. ¿Por qué no había bebido de él antes? Con su otra mano, peina mi húmedo cabello, dice algo, pero no lo escucho.

Se siente muy bien, gimo de gusto, no deseo parar.

—Kaela, es suficiente —Quiero más —. Kaela —dice con voz severa, alejando su mano de mi boca. Gruño con frustración. Lamo mis labios, sintiendo su sabor, tira de mi cabello y me hace mirarlo. Baja su cabeza y presiona un beso en mi nariz —. Ahora vas a descansar.

Quiero protestar, sin embargo, me tumba en la cama y no me queda de otra que acomodarme. Me arropa como si fuera una bebé y apaga las luces.

—Descansa, pequeña luna —dice dejando otro beso en mi frente, esta a punto de irse, aunque lo detengo.

—Quédate, por favor. No deseo estar sola esta noche.

—No tienes que decirlo dos veces —me muevo para que se acomode y descanso mi cabeza en su pecho antes de cerrar los ojos.

—No tienes que decirlo dos veces —me muevo para que se acomode y descanso mi cabeza en su pecho antes de cerrar los ojos

Ops! Esta imagem não segue nossas diretrizes de conteúdo. Para continuar a publicação, tente removê-la ou carregar outra.

—Eider es un monstruo, Darius. Todas mis desgracias ha sido por ella —mascullo molesta.

—No sabes nada, Eider no haría algo así…

Eres mía© [#1]✔Onde histórias criam vida. Descubra agora