Cap.29

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Los peores monstruos son aquellos que fueron obligados a serlo.

Los peores monstruos son aquellos que fueron obligados a serlo

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Observo su cuerpo, no parpadeo. Lyon dice algo, sin embargo, no lo escucho.

Alex no fue el que me torturó y estuvo a punto de matarme. ¿Cómo no pude darme cuenta? Ahora está muerto por mi culpa, por algo que ni siquiera sé de lo que soy culpable.

—¿Crees que deba dárselo a comer a algún animal del bosque? —pregunta mirando con fascinación el corazón de Alex.

Sí murió.

Una lágrima moja mi piel mientras parpadeo con desconcierto. ¿Por qué es tan cruel?

—Oh, dulce Kaela. Me acuerdas a tu madre cuando la torture, sus lágrimas eran un deleite para mis oídos —Se ríe como maniático. Deja el corazón de Alexander en una mesa y luego se acerca a mí para secar las lágrimas de mis mejillas, manchándome de sangre en el proceso.

¿Él torturó a mi madre? Darius dijo que fue asesinada por los padres de Alex. No entiendo nada.

—Aléjate, ahora —le ordeno con furia, sin poder soportar su toque.

—Tú no das las órdenes aquí, tenlo claro. Sin embargo, debo contarte una historia.

—No me interesa, solo trae a mi hijo o…

—Shh, si vuelves a interrumpirme traeré a tu hijo y no será bonito —guardo cualquier protesta que tengo. Se sienta en una silla frente a mí y con la daga que asesinó a Alex en mano.

—El que te encuentres aquí a punto de arruinar tu vida es culpa de tu madre. Todo comenzó cuando encontré a mi merak, me encontraba muy feliz. Nosotros solo podemos tener sentimientos por nuestra familia y alma gemela, los demás nos son indiferentes —entorna los ojos, jugando con aquella daga —. A mi padre no le gustó para nada que ella fuera mi merakt, ya que no era alguien poderoso y como yo iba a ser el rey, tenía que tener a alguien a mi nivel. Sinceramente, eso no me importaba, así que seguí saliendo con ella. Durante un tiempo todo iba bien, al rey ya no parecía importarle. Me equivoqué —hace una pausa, como si estuviera reviviendo ese momento. Lamo mis labios resecos, esperando que continúe.

»Ella estaba embarazada, nuestro bebé en pocos días iba a nacer, pero mi padre mandó a alguien para matarla. Ahí es donde entra tu madre a la historia. A ella siempre le ha gustado matar por placer, era más cruel que cualquiera de nuestra especie. Padre aprovechó eso y su deseo por el poder para mandarla a matar a mi mujer e hijo.

»Ese día, cuando regresé a casa vi a tu madre abriendo el estómago de mi ya muerta mujer. Cogió el cuerpo del bebé que lloraba desesperado y lo arrojó a la chimenea, sus gritos resonaron por unos largos segundos. Lo peor es que no pude hacer nada contra ella —se ríe sin humor —. Los hombres de mi padre cuidaban de ella día y noche. Y como sabía que no podía matarla porque tenía la protección de mi padre, le hice creer que la deseaba a ella como mi esposa.

Eres mía© [#1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora