La guerra: Julio de 1978

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Domingo 2 de julio de 1978

-Date prisa arriba , Potter!- Remus golpeó el cristal de la puerta de la cabina del teléfono. -¡Otras personas necesitan hacer llamadas telefónicas, ya sabes!

James le dio la espalda con bastante rudeza, encorvó los hombros y habló furtivamente por el auricular.

-Déjalo en paz, Moony-, murmuró Sirius, apoyándose pesadamente en la cerca. Llevaba gafas de sol muy oscuras y parecía más pálido de lo normal. -¡Y deja de golpear, quieres?

-Toma otro trago analgésico-, dijo Remus, -Solo tienes resaca, es tu culpa por estar tan destrozado.

-Yo era la vida y el alma, te haré saber-. Replicó Sirius, cruzando los brazos mientras Remus se sentaba a su lado.

Los Potter habían organizado la fiesta de fin de escuela la noche anterior, para todos los que abandonaron Hogwarts y sus amigos. Yaz y Chris habían venido, a pesar de que ambos tenían un año más en Hogwarts. Algunos miembros de la Orden del Fénix también estaban allí, no Dumbledore, sino Ferox y Moody y Frank Longbottom y su linda novia rubia (ahora prometida, aparentemente). Moody había llamado a Remus unas cuantas veces, solo para ser interceptado por la Sra. Potter.

-¡Es su fiesta de estudiantes que abandonan la escuela, Alastor!- Ella siseó, después de la cuarta vez. -¡Que se divierta durante cinco minutos antes de formar un consejo de guerra!

Dijo esto tan bruscamente que desistieron; Remus también estaba un poco sorprendido. Eso era lo más cerca que había escuchado a la Sra. Potter de maldecir.

El resto de la fiesta se había sentido como la sala común de Gryffindor, mientras que al mismo tiempo no se sentía en nada como la sala común de Gryffindor. Remus trató de no estar tan triste. Trató de imaginarse que algún día encontraría otro lugar que se sintiera tan como en casa como lo había hecho Hogwarts.

Lily, Mary y Marlene tenían que irse a la medianoche; les habían prometido a sus padres que pasarían la noche en casa de Lily. Al parecer, sus familias sintieron que después de siete años de internado, ya era suficiente.

Lo que trajo a Remus de vuelta al presente, mirando a James a través de la puerta de la cabina del teléfono, hablando con su novia. De quien literalmente se había despedido ocho horas antes.

-Es tan injusto, que nos haga correr hasta aquí, como si alguna vez pudiera vencer a James sin resaca desde el '73' Potter-. Remus refunfuñó. - Y fue antideportivo. Sabe que tengo una discapacidad.

-Pensé que tu cadera estaba mejor desde que le quitaste eso a Marls- Sirius frunció el ceño, haciendo que sus gafas de sol se le resbalaran por la nariz.

-Eh.- Remus respondió. -Me refiero a mi fumar.

Hubo un ruido sordo en algún lugar a lo lejos. Sirius se sentó, de repente, arrancándose las gafas.

-¡¿Eso es?!

Remus suspiró.

-Suena así, sí ...

En unos momentos, la motocicleta del vecino atravesó el pueblo a toda velocidad, gruñendo todo el camino. Sirius lo miró, deslumbrado. Una vez que no fue más que un punto cromado brillante en la distancia, se inclinó hacia atrás, sonriendo para sí mismo.

-Ah, lo he echado de menos.

-Sería una 'ella'-. Remus murmuró, cruzando los brazos.

-¡Potter!- Sirius ahora se levantó para golpear la puerta de la cabina del teléfono, -¡Sal de aquí ahora mismo!- Se volvió hacia Remus, -¡¿Te animarás después de que hayas recibido tu llamada telefónica ?!

All the young dudes Book three: Till the endDonde viven las historias. Descúbrelo ahora