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— ¡Bájame ahora! —Grité, lo más que pude. Mi garganta estaba ardiendo, por tratar de gritar y no poder. Me quedaría afónica pero no importaba. —¡Mierda que me bajes! — Comencé a golpearle la espalda pero solo recibí una nalgada y está fue más fuerte que la anterior. Cheryl carcajeó y siguió caminando sin importarle el silencio y las miradas que se producían en la cafetería.

Al llegar al estacionamiento, el cual estaba solo. Cheryl me bajó y lo primero que hice fue darle una bofetada dejándole mi mano marcada en su mejilla.

— Me encantas cuando sacas las garras. —Dijo acariciando su mejilla.

— ¡Te mereces eso y mucho más! —La empujé. —¿Qué piensas? No tienes derecho sobre mí, Cheryl. No puedes hacer algo que yo no quiera. —Ella se rió. —No eres nada mío.

— Pero te gustó tener sexo conmigo.

— ¡Cállate! —Dije exasperada. —¿Lo recordarás todos los días de mi vida?

— No me digas que te arrepientes.

— ¡Sí! ¡Me arrepiento! —Cheryl levantó una ceja sínicamente y me tomó por la cintura pegándome a ella.

—Pues eso no lo decías cuando estabas debajo de mí. —Volvió a reírse. —Y acéptalo, Toni. —Se acercó a mi oído y con voz ronca dijo. —Te mueres por estar en mi cama una vez más. —La miré asombrada.

¿Dónde estaba la Cheryl del fin de semana?

—Estás equivocada si piensas eso.

Me pegó a ella y pude sentir su erección. Gemí al instante y me aventuré a mirarla a los ojos. Un profundo café llenó de pasión. Sus labios estaban tan cerca de los míos que con solo acercarme un poco y podía sentirlos. Pero no, yo no daría el primer paso.

—Te mueres por un beso mío. —Murmuró diciendo toda la verdad.

—Si, —Respondí en voz baja. Cheryl sonrió. —No cantes victoria, es solo que Harvey me ha dejado un mal sabor de boca. —Levanté mi ceja y Cheryl me soltó bruscamente.

Apartándome de ella, casi tirándome. La miré sorprendida, ella estaba furiosa. Llevó sus manos a su rostro y luego a su cabello, bajándolas hasta su nuca como si estuviese frustrada. Luego se acercó a su auto y golpeó el vidrio. El sonido del vidrio quebrado hizo que me tapara los oídos completamente asustada. La miré aterrada. ¿Qué mierda le estaba pasando? Luego miré su mano, estaba ensangrentada. Mi corazón se aceleró más de lo normal.

— ¡Dios mío! —Corrí hasta ella y tomé su mano. La respiración de Cheryl estaba agitada, pero estaba segura de que no era por dolor.

—Déjalo así.

—¿Qué? —La miré aún aterrada. —No me pidas eso. Vamos inmediatamente a la enfermería.

—No. —Murmuró secamente. —No queremos que las porristas ni mucho menos Harvey nos vean juntas. ¿O sí? —Mi estómago se retorció al escuchar eso. Había estado mal lo que dije.

—Mierda, Cheryl. No seas infantil ¿Quieres? Vamos. —Traté de moverla pero fue imposible. Seguía con su molesta. Un nudo se formó en mi garganta cuando la miré fijamente. —Por favor, Cheryl. —Supliqué y dicho esto, con delicadeza junte nuestros labios. Era un cálido beso, mis manos se enredaron atrás de la nuca de Cheryl, dio una leve mordida en mis labios. —Por favor. —Susurré sin dejar de besarla. Esos labios eran perfectos. Suaves y tan deliciosos.

—Bien. —Susurró. Me separé de ella lentamente para verla a los ojos. La furia se había ido pero todavía quedaba una frialdad en sus ojos. Traté de sonreír para animarla pero no funcionó.

Sexo Secreto (ᴄʜᴏɴɪ ɢ!ᴘ) |adaptación|Onde as histórias ganham vida. Descobre agora