𝕯𝖆𝖓𝖟𝖆 𝖉𝖊 𝖈𝖚𝖈𝖍𝖎𝖑𝖑𝖆𝖘 [MLBB] ᵃᵃᵐᵒⁿ ᵖᵃˣˡᵉʸ

3

-Así que eres soldado de la casa Paxley. -Morgana siguió removiendo la sopa. Había anochecido y habían decidido tomar un descanso y acampar en aquel claro rodeado de pinos. -¿Por eso ayer seguías a Gusion?

El chico rió. Contrario a la reacción que la joven esperaba. Creía que estaría sorprendido e incluso enojado. Pero no que se reiría estruendosamente.

-Así es. Supongo que sabías quien era desde el principio. -Morgana asintió. Cassian le dio una sonrisa. -¿Cómo me has reconocido?

-¿Para qué te interesa?

-Me gustaría saber en donde he fallado para que a la próxima no me reconozcan.

-Te vi el rostro. 

-¿Y tú? ¿Cómo me has reconocido? Nunca me has visto la cara.

-¿Te preocupa más eso de que pueda ser un asesino o algún sicario? -preguntó él divertido. Morgana le restó importancia a la cuestión con un gesto de mano.

-Ayer dejé muy claro que no me costaría derrotarte. Además, los ojos que me diriges no son los de un asesino. -declaró la fémina, encogiéndose de hombros y removiendo el caldo.

-Vaya. Que declaración más interesante. Bueno, volviendo al tema, ¿cómo sabes que no te vi el rostro? -Morgana le miró arqueando una ceja. Cassian rió levemente.

-Está bien, está bien. No vi tu rostro pero si te escuché hablar.

-No fastidies...

-Pues eso.

-Lo suponía pero...

-¿No esperabas que un soldado como yo fuese tan bueno? -se burló el chico. Morgana sonrió ladinamente como respuesta. Aquel soldado era hábil y listo. Si podía reconocer voces que tan solo había escuchado una vez en su vida, era peligroso. Además, su manejo de las cuchillas de maná mostraba eso también. Ese muchacho no era un soldado común y corriente. Morgana estabas segura de eso. Debía pertenecer a la élite de los Paxley, y por lo tanto, debía ser algún guardia personal de esa casa. Podría apostar media fortuna en que era el guardia personal de Gusion. 

La Barroca dejó de lado sus pensamientos cuando notó que la sopa empezaba a humear y bullir. Sirviendo un tazón para cada uno, Morgana sacó unos pedazos de pan para acompañar. Ambos cenaron en silencio perdidos en sus mentes hasta que acabaron y la joven rompió el silencio.

-Hay algo que me está carcomiendo.

-Dispara.

-¿Cómo un soldado, por más bueno que sea, puede permitirse 200 dracmas en una flor?

-Podría preguntarte lo mismo. ¿De dónde has sacado los 150 dracmas?

-Esos fueron mis ahorros de cinco años enteros. -contestó impasible ante la pregunta trampa de su compañero.