Sentimientos y consecuencias

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Tomó al menor de los hombros e intentó alejarlo pero, entre más se perdía en su aroma, logró entender mejor lo que se refería antes sobre perder la voluntad de pelear. Poco a poco comenzó a ceder, regresando el beso mientras sentía su corazón apretarse un poco y las zonas por las que Akaza pasaba sus manos algo calientes. Decidió llevar las suyas al cuello del pelirrosa, mandando sus valores al traste por unos placenteros minutos, debatiéndose entre la culpa y la satisfacción. ¿Cómo no notó la cercanía de Akaza? Sus gestos, sus miradas, sus sonrisas y sus sonrojos. No debió permitirle cruzar la línea, no debió pensar en lo cómoda que eran sus conversaciones o su presencia. Lo alegre que se sentía cuando lo visitaba en la noche. Y toda esa comida... Se sintió llorar cuando se separaron y él seguía sosteniéndolo de la cintura.

— Kyojuro... — lo llamó.

Entonces se acercó más lento para unir de nuevo sus labios, pero el rubio lo detuvo con una de sus manos.

— ¿Kyojuro? — preguntó nervioso al verlo tan serio.

— Fue una despedida. Lo siento, no debí permitir que cruzáramos la línea. — dijo antes de soltarlo y alejarse.

Pero Akaza no iba a dejarlo ir tan fácil. Sintió su muñeca ser jalada y cuándo miró el rostro del chico lo encontró con el ceño fruncido, casi molesto.

— ¡¿Por qué, Kyojuro?!

— ¿Perdiste la cabeza? — le reclamó. — ¡Soy tu profesor y tú mi alumno! No hay razón más poderosa que esa.

— ¿Quieres que me espere? ¡Lo puedo hacer! — esta vez su voz sonó desesperada, incluso el agarre sobre su muñeca se hizo aún más fuerte. — ¡No seré tu alumno para siempre! ¡Puedo dejar de serlo si...!

— No te atrevas a arruinar tu futuro por... esto. — le gruñó.

— Tu no te atrevas a reducir mis sentimientos a un "esto". — le siseó de regreso. — Nunca me he sentido más feliz en toda mi maldita existencia que estos meses a tu lado. ¿Sabes qué? A la mierda mi futuro. ¡No lo quiero si no es contigo!

— Baja la voz. — le ordenó. — Seré yo quien me iré. Hablaré con el director para que alguien más se convierta en tu tutor y...

— No me dejes. — pidió Akaza.

Su mirada se notó tan rota, su semblante tan desesperado, se veía tan vulnerable que Rengoku estuvo seguro de que se trataban de sus sentimientos saliendo a flote. Una parte suya se rompió junto con él, esa misma parte que había estado reaccionando con cada uno de sus gestos y que no había notado que tenía.

— ¡Vaya, vaya, qué espectáculo tan entretenido!

Ante la presencia de alguien más, Kyojuro tiró con fuerza de su mano para soltarse, mientras que Akaza cambiaba su rostro a uno de absoluta molestia. Uzui Tengen caminaba hacia ellos con su cabello suelto y un rostro crítico, su mirada guinda rebotando entre ambos. El rubio lucía verdaderamente compungido, mientras que el otro lo miraba retador, como si estuviera listo para echarlo.

— No se permite la presencia de alumnos fuera de sus cabañas a esta hora. — le dijo con firmeza el peliblanco, haciendo énfasis en la palabra "alumnos". — ¿O será que no puedes dormir? — agregó con burla. — ¡No te preocupes! — Uzui entonces se acercó al rubio y lo abrazó por los hombros, apretandolo más contra él, de forma casi posesiva. — Mamá y papá te leeremos un cuento para dormir, ¿no es así, Rengoku?

La mirada de Akaza cada vez se volvía más fiera, sus puños temblaron de ira y sus dientes se apretaron tanto que la mandíbula comenzó a dolerle. Uzui le respondió de la misma forma, cuadrándose por sí el pelirrosa le saltaba encima buscando un enfrentamiento. Pero entonces Rengoku levantó el rostro que había permanecido caído, y sus ojos se notaron firmes.

Rewrite the starsWhere stories live. Discover now