Preguntas, respuestas y solicitudes

1.2K 157 285
                                    

No recordaba cómo habían llegado a esa situación. Aunque para ese momento no le importaban los detalles, estaba más ocupado devorando el cuello de aquel omega rubio que se había clavado tan profundo en su ser al punto de haberle despertado el celo. Y él, sin querer contener sus impulsos, lo había arrinconado contra el escritorio de la sala de profesores, manteniendo un firme agarre en una de sus piernas con una mano, y con la otra lo sostenía por la espalda. Su piel se sentía tan suave y caliente bajo su palma que no podía evitar recorrerla toda con lentitud, tomándose su tiempo para disfrutarla.

- Kyojuro... - su voz nunca había sonado tan ronca y sus pulmones nunca se habían sentido tan vacíos.

Las manos del profesor pasearon por sus costados con lentitud, como si disfrutara de acariciar sus tatuajes.

- Joven Soyama... - respondió, igualmente ronco.

Akaza frunció el ceño, molesto.

- Llámame por mi nombre, Kyojuro. - lo regaño, alejándose de él.

El rostro del rubio se veía sonrojado y empapado en sudor, sin embargo tenía un toque burlón en sus ojos.

- Pero nunca me has escuchado llamarte así.

- ¿Eh?

El rubio abrazó al contrario, dejando que una de sus manos jugara con la nuca del menor.

- Eres un niño muy travieso, Soyama... - dijo mientras lo besaba.

Akaza parpadeó de golpe y se encontró viendo el techo de su habitación, jadeando y completamente sudado. El calor de la mañana lo sofocó y lo hizo querer dormir de nuevo, sin embargo al intentar girarse notó cierta incomodidad en su parte baja. Se sentó de un salto y los colores se le subieron al rostro de vergüenza. Ni siquiera lo pensó, corrió al baño y se quedó de pie bajo el frío chorro de agua, sin siquiera quitarse la ropa del pijama.

Su primer sueño húmedo. Y había sido de la mano de su profesor de historia. El solo recordarlo le provocó un escalofrío de emoción que hizo surgir en su pecho un gruñido. Aún sentía las manos de Kyojuro sobre su nuca y sus costados, y de nuevo pudo sentir su parte baja tensarse.

- ¡Oye, apúrate! - la voz de su hermano le heló la sangre. - Al contrario que tú, Koyuki y yo sí queremos llegar a tiempo.

- ¡Ya voy! - gruñó. Entonces miró hacia su ropa empapada y decidió que podría ocupar un poco de ayuda. - ¡Hakuji! ¿Podrías traerme mi uniforme?

Hubo un momento de silencio en donde creyó que su hermano lo había ignorado.

- ¿Te metiste sin tu uniforme? - le preguntó incrédulo. - ¿Por qué?

- Tenía prisa.

Al momento en que lo dijo notó que había sido un error, sin embargo no pudo justificarse de forma adecuada porque sus balbuceos fueron interrumpidos por el pelinegro.

- ¿Y necesitas... ya sabes... ropa interior?

¡Esto era terriblemente vergonzoso!

- Por favor. - murmuró casi como si su existencia le doliera.

Cuando el mayor de los dos regresó, el pelirrosa ya se encontraba secándose, cubriendo su desnudez con una toalla sobre su cadera.

- Así que... ¿El profesor de historia? - comenzó Hakuji, recargándose sobre el dintel de la puerta.

Akaza gruñó molesto. Sabía que Hakuji no era burlón por naturaleza, en realidad se encontraba vengandose de aquella vez en que las posiciones estuvieron invertidas y él se había burlado de su hermano. Ahora se arrepentía por hacer aquellos comentarios sobre el sueño de Hakuji.

Rewrite the starsWhere stories live. Discover now