—Esas son unas cartas que un loco le dejaba a tu madre. Era su "admirador secreto".

Me quedé pensando por unos segundos y sí, sabía que las cartas que me enviaban me sonaban de algún lado. Ahora recordaba que mi madre tenía un cajón con cartas parecidas a esas lo habia olvidado por completo.

—Y tú eres la única hija que tengo. Los otros dos son varones —comentó mi padre sacándome de mi ensimismamiento. 

—Mira, no sabía.

Marcelo puso lo ojos en blanco. 

—Esto significa sentencia de muerte. —Señaló la tinta en su costado.

¿Cuál es la necesidad de hacerse un tatuaje con ese significado?

Soltó una suave risa.

—¿Necesidad? Ninguna. Solo es un recordatorio de que quizás la muerte está más cerca de lo que pensamos.

—Y así dices que la gente de Serfol tiene creencias extrañas —murmuré.

—Ah, y Cristian salió, no creo que vuelva hoy.

Asentí y abandoné la habitación de inmediato. Sabía que ese bendita corona escondía algo más grande de lo que pensaba; Tiago tenía el mismo tatuaje, solo que en el costado izquierdo. Por más deseo que tenía de averiguar todo, iba a desistir. Al final las respuestas vendrían solas.

••••

Llevaba más de media hora bailando con Engel y Tiana. El primero se soltaba bastante cuando probaba una gota de alcohol, por lo que andaba muy risueño y haciendo cosas que normalmente no haría, por el contrario, Tiana no necesitaba nada para ser extrovertida.

El evento ya había culminado y como era de esperarse, la castaña se había robado el show. Tiana era una chica determinada y encima de esa pasarela lo dejó muy claro. Fue increíble verla allí modelando con tanta soltura, a pesar de tener cámaras y personas pendientes a cada paso o movimiento que ella hacía, jamás mostró debilidad.

—Voy a ver qué hace Tiago —les dije alzando un poco la voz. De ese lado la musica estaba muy alta.

—Me traes un trago cuando regreses, por favor —pidió Engel antes de hacerle dúo a Tiana que movía el cuerpo al ritmo de la música.

Dejé a ambos en medio de varias personas que también bailaban en la pista improvisada. A pesar de que todos estaban vestidos de gala, bailaban y bebían como si fuera una fiesta ordinaria. Esquivé a las personas que se me metían delante y caminé un poco hasta llegar al otro salón, allí sonaba una música moderada mientras las personas conversaban de pie, o sentados en las mesas que estaban repartidas por todo el lugar.

Me detuve en la puerta y alcé la cabeza buscando a Tiago. No lo veía en ninguna parte, y estaba segura que lo había dejado por allí minutos antes. Un poco desesperada me adentré al lugar, me preocupaba que Tiago estuviera haciendo de las suyas.

Estuve a punto de devolverme y buscar en otro sitio cuando lo vi. Estaba observando con detenimiento a una chica extremadamente bonita, ella llevaba un vestido rojo despampanante, su cabello negro le caía por encima de las caderas, pero no se veía impresionada por Tiago; su rostro reflejaba confusión.

Me apresuré hasta llegar hacia él. Tiago me miró de reojo y entrecerró sus ojos hacia mí cuando enganché mi brazo en el suyo.

—A ti te estaba buscando.

—¿Qué necesitas?

—Que me busques algo de tomar —Él estuvo a punto de refutar, pero al parecer algo lo hizo cambiar de opinión. Cambió su ceño fruncido por una sonrisa traviesa y asintió antes de obedecer.

El misterio que me persigue ©Where stories live. Discover now