Madre

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I

Emma Swan caminaba decidida hacia el hospital de Storybrooke. Iba con mentalidad tranquila, calmada, lo que necesitaba para hablar con Zelena sin estropear las cosas. Estaba desobedeciendo las órdenes de Regina, lo sabía, pero del mismo modo estaba siguiendo sus deseos. Dijera lo que dijera, la alcaldesa moría de ganas de entablar una conversación con su madre, necesitaba respuestas y Emma iba a dárselas.

Llegó a la sala de espera y llamó al Dr. Whale. Hablaron durante unos minutos y Emma, como sheriff de Storybrooke, exigió ver a Zelena a solas. Whale tenía las órdenes directas de Regina, la alcaldesa de la ciudad y ex Reina Malvada, de no permitir a nadie visitar a su hermana. Sin embargo, la rubia sabía intimidar y, siendo francos, el médico no sabría decir cuál de las dos le daba más miedo. Sin muchos rodeos Whale acompañó a Emma hasta la celda de la bruja y le dio, exactamente, 3 minutos para hablar con la pelirroja. La puerta se abrió y Whale las dejó a solas.

"¿Sabes lo que es un hechizo de sangre?" preguntó Emma cuando Zelena levantó su cabeza de la almohada para recibir a su visitante.

"Buenos días a ti también, sheriff" ironizó.

Zelena era un desastre con patas. Su preciosa melena pelirroja se había limitado a mechones de cabello sucios, color caoba, despeinados cayendo por su rostro y colocándose desordenadamente sobre sus hombros. Su cara, pálida y, prácticamente, incolora se caracterizaba por grandes ojeras moradas en sus párpados inferiores, como señal de poco descanso, y su sádica sonrisa habitual se había transformado en un mísero rictus de controlado sarcasmo. La rubia quedó en shock cuando vio a la poderosa hechicera, aquella a quién había suplicado piedad por Regina mientras ella reía y se burlaba de su sufrimiento, tan agotada, tan destrozada. ¿Se había rendido Zelena?

"¿Sabes lo que es un hechizo de sangre?" repitió la sheriff con tono autoritario, no iba a perder el tiempo con esa mujer. Whale solo le había concedido 3 minutos y no pensaba malgastarlos sintiéndose mal por una manipuladora de su calibre.

"Soy bruja, Swan" contestó la pelirroja. "Claro que sé lo que es un hechizo de sangre"

"Bien, ¿qué tengo que darte para que ayudes a Regina a lanzar uno sin abrir la boca?" directa al grano.

"Nada" contestó seca. "No hay nada en este mundo que puedas ofrecerme para que ayude a Regina, esa mujer me ha arruinado la vida"

"Boohoo..." respondió la rubia fingiendo llanto. "Nombra tu precio" repitió.

Emma llegó al hospital algo dubitativa sobre si habría algo, dentro de lo moral, que podría ofrecerle a Zelena. No obstante, tras ver su estado estaba convencida de que aceptaría, la bruja no se quedaría en ese estado si había una mínima posibilidad de mejorar su estancia, aunque eso implicara ayudar a la persona que más odiaba en el mundo.

"¿Lo qué sea?" preguntó Zelena, ahora algo más interesada por la oferta.

"Tú nómbralo, luego negociamos"

"De acuerdo, quiero volver a la Ciudad Esmeralda" expresó.

"Lo sabía" a Emma se le escapó una pequeña risa, Rumple tenía razón, era bueno viendo el futuro. "Hecho" soltó sin más. "Ahora las condiciones de nuestro trato"

"¿Así, sin más?" se sorprendió la pelirroja, que ahora se arrepentía de no haber pedido algo más útil o difícil de conseguir, algo que Regina jamás le hubiera concedido, pero que, por lo visto, Emma estaba dispuesta a otorgarle.

"Las condiciones" repitió la rubia, mirando su reloj y constatando que apenas le quedaba minuto y medio para explicarle a la hechicera qué tenía que hacer y cómo debía hacerlo para no alterar a Regina.

Swan-Mills: El despertar [SwanQueen]Where stories live. Discover now