En la casilla de salida

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I

Emma caminaba decidida por la calle principal de la ciudad, no sabía cuánto tiempo de lucidez le quedaba, puesto que cada vez que había despertado de la maldición volvía a ser sometida a esta. Eso podía suceder en cualquier momento, así que no había tiempo que perder. Llegó a la mansión 108 de Mifflin Street con el corazón en la boca, nunca había andado a tanta velocidad, pero la felicidad de Regina estaba en juego, así que lo que le sucediera a ella no importaba. Dudó unos segundos, pero terminó llamando al timbre, golpear la puerta solo la haría parecer más loca de lo que ya creían que estaba.

Escuchó pasos de tacones en el interior y, a los pocos segundos, la puerta se abrió de par en par. La imagen de una despampanante morena, vestida con sus habituales pantalones de traje y blusa fina la miró impactada. Aún así, Emma fue la que abrió más los ojos, tanto que Regina hubiera jurado que se le salían de las órbitas. No estaba sorprendida ni asombrada por lo que veía, sólo enamorada, enamorada hasta las trancas. Dijera lo que dijera Rumple esa era su Regina, la alcaldesa que caminaba tan elegante como la mismísima reina de Inglaterra sobre tacones de 10 cm. Se tomó un breve tiempo para analizarla de arriba abajo, para recordar cada parte de su cuerpo, cada curva, para apreciar su rostro, su pelo, sus delicadas manos, absolutamente todo.

"Oh no... ni de broma" fue lo único que pronunció Regina al ver la figura de Emma Swan plantada en su porche.

Tardó cero segundos en cerrarle la puerta en las narices, pero la rubia se interpuso en el camino, deteniendo el portazo con la mano y dando un paso dentro de la casa de la alcaldesa. La morena dio dos pasos hacia atrás y su mirada se tornó de pánico, cómo si temiera que Emma fuera a atacarla en algún momento. La rubia se percató de ello, ya que por muy buena que fuera Regina escondiendo sus emociones, la sheriff se la tenía estudiada al milímetro, a ella no podía engañarla.

"Perdona" se disculpó Emma saliendo del hall de la mansión y regresando al porche. "No quería-"

"Déjelo, Miss Swan" esas dos palabras penetraron en Emma como campanas de feria en sus oídos. Miss Swan, hacía demasiado tiempo que Regina no la llamaba así y no podía soportar oírlo de nuevo. Era una muestra de la confianza que habían perdido, una evidencia que manifestaba a la rubia que habían dado un paso atrás en su relación o cien, que todo su esfuerzo había sido en vano, que todo su trabajo y empeño por conectar con Regina se había perdido, estaba de nuevo en la casilla de salida. "Váyase antes de que llame a la policía o a mi esposo... lo que es peor"

"Por favor, sólo escúchame un minuto" suplicó Emma.

"¡¿Para qué?!" exclamó. "¿Para poder decirme que somos Amor Verdadero y que estamos todos malditos?"

"¡Es que es verdad!" se alteró Emma, que sentía que estaba fracasando en la mísera misión que le había encomendado Rumple. ¿Cómo podía serle tan complicado conectar con Regina? Ya lo había hecho antes.

"Por favor" la morena se echó a reír. "De verdad está loca si cree que voy a besarla, necesita ayuda, Miss Swan"

Emma dio un paso al frente y Regina uno hacia atrás.

"Tienes que creerme, por favor" otro paso que asustó a la reina, quién miró a su alrededor en busca de ayuda cuando vio que la rubia había invadido su propiedad. "Te lo demostraré" finalmente, Emma avanzó rápidamente hacia Regina, dispuesta a darle un beso en los labios para demostrarle que estaba en lo cierto.

Sin embargo, la boca de Emma apenas llegó a rozar el pómulo de Regina, quien retrocedió todo lo que pudo y giró el cuello para evitar, en la medida de lo posible, el contacto con esa lunática. Al mismo tiempo, Regina soltó un grito, no llamó a nadie, simplemente gritó por miedo y, en parte, asco, y, detrás de ella, apareció un apuesto hombre que corrió a su lado. La rubia se separó rápidamente de Regina, llevándose las manos a la boca y cayendo en la cuenta de lo que acababa de hacer. Mira que Rumple se lo había dejado clarito, no podía forzar a Regina a besarla, debía ser ella quien lo hiciera. Lo había estropeado. Otra vez.

Swan-Mills: El despertar [SwanQueen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora