Carta IX

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A Elle;

Hace un día jodidamente precioso.

De esos en los que las esponjosas nubes salpican el lienzo azul.

De esos en los que una suave y fresca brisa remueve las faldas de las jóvenes, primerizas en el amor, provocando el rubor en las cuarteadas mejillas de los chicos de mi edad.

Es primavera, tiempo de aparente felicidad.

He decidido ir a la heladería de la madre de Lynn.

Tú decías que era un lugar atemporal, dónde los minutos no parecían pasar.

La madre de tu mejor amiga me esbozó una sonrisa, y me preguntó el por qué de que"un muchacho como yo" no tuviera novia.

Mis ojos se ensombrecieron al oír eso.

No fue necesario responder.

"No pretendía incomodarte, Marc, ¿te apetece un helado?"

Acepté la propuesta, aún apenado por el hecho de no tenerte.

Rellenó un cucurucho de apetitoso barquillo, con un cremoso helado de nata.

Mi lengua recorrió mis labios; secos y abandonados por una fugitiva joven.

La señora me sonrió de nuevo, y pedí amablemente otra cuchara.

Ella no entendía.

La otra cuchara era para ti.

Marc.

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