Capítulo 20. Shigino.

3.5K 218 102
                                    

La noche cayó y los chicos de ambas escuelas estaban en sus respectivas tiendas. Todos llevaban un rato dormidos, todos salvo uno. En la tienda de campaña de Rin y Sousuke, el pelirrojo dormía plácidamente, soltando de vez en cuando algún que otro ronquido, mientras que por otra parte, Sousuke estaba despierto, tratando por todos los medios de no caer en los brazos de Morfeo.

La entrada no estaba hecha con el mismo material que las demás paredes de la tienda, tenía una rejilla muy fina, apenas se podía ver a través de ella, pero desde donde estaba sentado Sousuke podía ver perfectamente la tienda de campaña de Haru y Makoto, que estaba situada justo en frente a la suya. No podía dejar de mirarle, era como si estuviese expectante a que algo sucediera, como si tuviera miedo. “Lo siento Haru… De verdad que no le veo otra salida a todo esto…” Pensó agobiado notando un fuerte dolor en el pecho, provocado por la angustia que le producían sus cavilaciones. Sousuke se tocó los labios y acto seguido en su semblante se dibujó una tierna sonrisa al recordar todos los besos que había compartido con Haru. El dolor y la pena se estacionaron en su corazón, al igual que un nudo lo hizo en su garganta. “Ojalá pudiéramos estar así para siempre…” Susurró, notando como se hacía más fuerte el dolor que antes sentía en su pecho.

En ese momento, antes de que pudiera seguir torturándose en su cruda realidad, le llego un mensaje al teléfono. El pitido hizo que Rin refunfuñase medio dormido y se diera la vuelta hacia el otro lado para seguir descansando. El azabache agarró su teléfono, no le hacía falta desbloquearlo para saber quién era el que le había mandado ese WhatsApp. “Kisumi…” Pensó y, sin ser consciente de ello, sus manos comenzaron a temblar.

Recibido a las 05:55

“¡Sousuke! Está todo listo, mi tío está muy contento, hacía meses que no le había visto sonreír así ;-) Nuestros “HK” se están preparando.”

Los HK eran comúnmente conocidos como Hired killers. Al terminar de leerlo no pudo evitar el soltar una risita nerviosa, Sousuke pensaba que esa precisamente no era una forma muy apropiada para referirse a sus sicarios.

 

La mañana llegó y a pesar de los duros intentos de Sousuke por no dormirse acabó haciéndolo casi sin darse cuenta. Comenzó a abrir los ojos despacio, cegándose por la claridad del sol que se relejaba en el blanquecino pavimento. Al darse cuenta de que se había quedado dormido al segundo abrió totalmente los ojos, mirando con desesperación la tienda de campaña de Haru, pero sus ojos todavía no se habían acostumbrado a la luz y no veía muy bien. En cuanto pudo ver con un poco de normalidad se dio cuenta de que solo estaba Makoto en su tienda de campaña. Sin apenas tardar un segundo salió de la suya para correr en su búsqueda. No cesaba de gritar su nombre con desesperación, mientras en su mente había un constante “Responde, por favor.” Pero nadie respondía; Nadie co-ntestaba. Corrió de un lado para otro, incluso se metió en el bosque, a pesar de no ser muy buena idea. Se movía sin rumbo fijo hasta que se dio cuenta de que había un lugar que ni siquiera se le había pasado por la cabeza, que casualmente era el lugar más obvio.

“¡El lago!” Exclamó algo aliviado, pensando que debía confiar en su corazonada; No debía dejar escapar su último hálito de esperanza.

Sousuke corrió como si la vida le fuera en ello, su corazón latía con tanta rapidez como miedo. No sabía dónde estaba, pues se había adentrado mucho en el bosque, pero era como si realmente en el fondo supiera donde ir. Cuando comenzó a escuchar el romper de la cascada contra el lago sus piernas corrieron con mucha más velocidad, estaba cerca, debía correr más rápido, más rápido que nunca. El aire que llenaba sus pulmones le quemaba más y más a cada paso que daba pero no podía aminorar la velocidad, no hasta encontrarle. Cada vez el ruido del agua se oía con más fuerza. Detrás de las ramas de unos árboles se encontraba el lago, Sousuke se paró delante de ellas y despacio comenzó a apartarlas, rezando a todos los dioses que se conocía porque estuviera ahí. Y ahí estaba, flotando sobre el agua rodeado de flores que acariciaban su cuerpo y cabello, algunas incluso habían quedado presas entre los mechones de su pelo. Era tan hermoso… O eso pensó Sousuke al verle descansar tan plácidamente.

Aprendiendo a querer.  (SouHaru) Där berättelser lever. Upptäck nu