23.

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"Felicidades"


CLAIRE.

Isabel Amato se agrega a la lista de las personas que no he visto en cinco años. Ella sigue igual. Su cabello largo y teñido de un rubio oscuro que va con sus raíces, los grandes ojos grises que se arrugan cada vez que se ríe y ese irreconocible labial de un tono rojo mate encima de sus delgados labios.

He sido la primera en acabar de comer porque ni siquiera solté una sola palabra desde que me senté. Y aunque mi plato no esté vacío del todo me he llenado con todas las preguntas que tengo por hacer.

Paso la lengua por mis dientes y me aclaro la garganta viendo fijamente a mi madrastra.

—Isabel. —Un fuerte tono se apodera de mi voz cuando la llamo. No recuerdo cuándo fue la última vez que hablé con ella, al ver su expresión me parece una eternidad. La mujer eleva su vista del plato a mi y puedo notar como sus ojos grises brillan de ilusión. Tanto mi padre como Ale ponen atención a lo que voy a decir—. ¿Cuál crees que sea el peor acto de traición?

Sonrío sin mostrar los dientes.

Cruzo mis piernas y me acomodo la copa entre las manos, esperando que la respuesta llegue cuanto antes.

—Claire —advierte mi padre.

—Las mentiras que provienen de la boca de tus seres queridos deben ser sinónimo de traición, ¿no? —Arqueo mi ceja derecha. Alessandra murmura algo que no logro entender, seguro es una queja. Arrugo mis ojos en su dirección y sus ojos brillan como si me suplicara silencio—. Yo no creo en la excusa esa que ponen al decir que te mienten para protegerte. La verdad sale a la luz cuando menos lo esperas y por "proteger" a alguien lo terminas perdiendo y con ello se arruinan muchas relaciones.

—Si te refieres a lo de tu padre y yo... —Comienza a balbucear. No mira a nadie más que a mí, sé que debajo de ese rostro cansado hay una fiera tratando de controlar su amenazador comportamiento.

—No. —La detengo en seco, eso no es suficiente para frenar la burla que se asoma por mis labios—. No me refería a eso, aunque, ya que tocas el tema podría decir algunas cosas al respecto.

—Si te ocultamos la relación fue por tu bien —habla mi padre, fastidiado. Se rasca la barba sin dejar de posar sus ojos sobre los míos—. No estabas preparada para enterarte de nuestra situación ni lo estás actualmente para enterarte de otras. Y por favor, deja el tema por la paz. No tiene caso seguir indagando.

Ese es el maldito colmo.

¿Cómo lo sabes si ni siquiera se ha dignado a soltarme algo?

Creí que las disputas familiares quedarían en el olvido así como los resentimientos, pero eso está lejos de retirarse de mi vida. Esta noche me está orillando a irme por mi propio camino.

—¿Y Alessandra sí lo estaba? —contraataco—. Ella descubrió una maldita verdad en mi familia antes que yo, ¿cómo fue eso posible?. Y lo peor es que ustedes actúan como si nada hubiera pasado. Como si no me hubieran afectado los comentarios o las horribles suposiciones que las personas soltaban.

—Claire —susurra la chica a mi lado—. Hablemos afuera ¿si?

Niego con la cabeza.

—Déjame en paz. —Me remuevo al sentir como quiere tomarme de los brazos para alejarme de la escena, no hace falta que ella lo haga. Yo solita puedo apartarme.

El secretario se rasca las sienes irritado. Mantiene los ojos cerrados mientras su respiración se va acelerando. Isabel intenta calmarlo y él se aleja inmediatamente al notar que me levanto para retirarme del comedor. Ambos siguen mi acciones, o al menos mi padre lo hace mientras su prometida se encarga de hacerlo entrar en razón.

HUIDAS Y MENTIRAS (#1)Where stories live. Discover now